A nuestro niño viajero, Papá Noel le regala 18 días de vacaciones. Un boleto de avión para que vaya donde le dé la “regalada gana”. Le recomienda olvidarse que en el país a dejar no hay ni esparadrapos, ni sueros, ni nada en los hospitales públicos.
Y le remata con una yapa. Un día después del quincenal barajo podrá reasumir el mando de la república de “Quechudistán” en Davos. Y tan pronto como termine de comer caviar con los selectos concurrentes podrá irse a Bélgica. Papá Noel le ha dicho que aquí hasta podría reunirse en chico con el que sabemos para, “piensa mal y acertarás”, hacer pases y poses. No pues el pase del Niño, ni la pose del gallinazo rey.
Por intermedio del viajero, Papá Noel también le regala una Embajada en Bélgica a una excandidata a la vicepresidencia, como quien le arranca los pocos pelos que le quedan al que sabemos, si bien le arruina su carrera política a la dama, por eso de que “la culpa no tiene la estaca sino el sapo que brinca y se estaca”.
Papá Noel también se porta buena gente con el alcalde del “Quinto Río”. Un regalo doble pechuga. El uno, agua de valeriana para que se calme por la ira que la ha hecho tener la malosa Contraloría al señalarle que de pura gana se compró un burrito sabanero blindando, y a qué precio, obviando el catecismo del buen comprador, por cuya razón bien podría pasar el bochorno de presentarse ante un juez de lo penal.
Pero con semejante bilis que se carga, esa agüita no pasó ni el guargüero. “Tonces” le dio otro regalo, envuelto nada menos que en papel dorado a cuyo simple contacto el susodicho saltó de dicha porque el contrato para instalar radares ha sido mismo trucho, tal como él lo dijo.
Aquella malosa le ha dicho que sí, que el contrato es trucho; suscrito por otros truchos, pero que para destrucharle él no tenía que pedir prestado semejante cantidad de dinero y dárselo a los truchadores tras haber llegado a un acuerdo mutuo con ellos, con lo cual, terminó santificando el convenio que dijo que es trucho.
Quien destruche a los truchadores y sus truchadas será un buen destruchador.
Qué cosas las tuyas Papá Noel. Dices que ahora harás caer del cielo los caramelos. No te olvidarás los cero calorías; pues nadie quiere tener cintura como la tuya, aunque de tenerla la tienen.
Mandas a decir que no llegarás a las ventanas, ni siquiera a las de la Judicatura, donde reina un caradura. Que tienes pánico de pisar suelo ecuatoriano porque temes que en el baño con un fusil te apunten en ese pechazo, robarte el gorro; o tan pronto como tires de la cadena, hacer volar por los aires los regalos. (O)





