Mientras la ciudadanía se distrae con las festividades vale la pena aprovechar la época para preguntarse qué regalo le correspondería al “niño” Daniel Noboa si se evaluara su comportamiento durante este año de gestión.
El primer indicador, y el más doloroso, es la violencia. El homicidio no baja. Por el contrario, las proyecciones apuntan a que el país podría cerrar el año con una tasa cercana a los 50 homicidios por cada 100.000 habitantes, lo que convertiría al 2025 en el año más violento desde que existen registros históricos. Difícil imaginar que, bajo esa métrica, alguien merezca un Porche nuevo
Si portarse bien significa reducir carencias, el balance tampoco es alentador. Para mediados de año se proclamó como logro que la pobreza se ubique en el 24 % de la población. Traducido a la vida cotidiana, eso implica sobrevivir con alrededor de 90 dólares mensuales. Lo más grave es que, según la propia estimación estadística, esta variación no es significativa, lo que desdibuja la narrativa del éxito que el gobierno intentó posicionar.
El mercado laboral tampoco da señales de mejora. La tasa de empleo adecuado se mantiene en torno al 36 %, exactamente el mismo nivel que hace un año. En otras palabras, apenas uno de cada tres ecuatorianos tiene un empleo regular, y el resto sigue atrapado en la informalidad o el subempleo. En salud, el panorama es todavía más incierto. Resolver la crisis sanitaria parece una promesa que se aleja en lugar de concretarse.
Ahora bien, no todo ha sido desorden. Al “niño” Daniel le ha ido bien con el Fondo Monetario Internacional, al que ha respondido con diligencia técnica para sostener la confianza y asegurar nuevos desembolsos. También ha logrado administrar la entrega de bonos compensatorios por el alza del diésel, evitando un impacto mayor en las tarifas de transporte. Y, sin duda, es un alumno destacado de la Cancillería: la cantidad de viajes internacionales acumulados así lo demuestra.
Con esa evaluación, todo indica que el “niño” Daniel no ha sido particularmente aplicado. Quizá reciba algún obsequio institucional, tal vez una felicitación externa. Pero el aguinaldo que realmente importa -el del respaldo ciudadano- parece, por ahora, quedarse sin entregar. (O)
@avilanieto






