Meghan Markle debió aclarar las sospechas que se despertaron respecto a su notable ausencia en la cumbre real que tuvo el pasado lunes junto a la reina Isabel II en la residencia que la monarquía británica posee en Sandringham. Los medios ingleses habían sido muy críticos y la actriz respondió a las intrigas que se generaron en torno a ella.
Markle, quien se encuentra con su hijo Archie de ocho meses en Vancouver, Canadá, decidió responder por medio del vocero de los duques. Al final, los Sussex decidieron que no era necesario que la duquesa se uniera”, manifesó el portavoz oficial de Harry y Meghan. De esta manera, la actriz negó que hubiera sido “vetada” para participar de la cumbre en la que la reina se mostró de acuerdo con que el joven matrimonio decidiera una nueva vida alejados de las responsabilidades monárquicas.
“Aunque hubiéramos preferido que siguieran trabajando como miembros de la familia real a tiempo completo, respetamos y entendemos su deseo de vivir una vida más independiente como familia sin dejar de ser una parte valiosa de mi familia. Harry y Meghan han dejado en claro que no quieren depender de fondos públicos en sus nuevas vidas», remarcó Isabel, haciendo referencia a la “independencia financiera” a la que habían hecho mención los duques cuando comunicaron su decisión.
Ese fue uno de los puntos centrales de la discusión durante estos días que duró la controversia. ¿Quién y cómo se mantendrían los gastos de los miembros “díscolos” de la familia real y hasta qué punto serían “independientes”. En esa discusión también ingresaba la actual residencia que ambos refaccionaron en el Reino Unido y que costó a las arcas del fisco más de tres millones de dólares. (E)