Los mil y un problemas ya generados por el cambio climático que amenazan en el futuro inmediato y mediato, son más que una razón para que procedamos con acuciamiento es la planificación de una verdadera minga que nos una a todos los estamentos de la sociedad, civiles, militares, religiosos, maestros, profesionales, campesinos, estudiantes, ciudadanos urbanos y rurales, todos con un solo y gran propósito, como es el vestir de verde a las colinas circundantes de la ciudad, ríos, espacios públicos y privados, y toda área, en términos de que las plantas nos vinculan con la salud pública, repelen el hoy común estrés. Violencia propia de las urbes llenas de esmog, rudeza de los pueblos saturados de redes electrónicas, turbulencia de una sociedad que compite degradantemente, agresividad de una sociedad consumista que liquida ecosistemas, malgasta el agua, destruye los bosques y su biodiversidad andina, producimos gas carbónico en base a provocar flagelos en la floresta y destruir millones de organismos vivos que coexisten y que permiten la presencia humana, pues no somos capaces ni preparados para entender cuál es nuestra verdadera misión. El planeta de vida que alberga el agua, una bacteria, un musgo, un animal o un ser humano, todos dependientes de un sinnúmero de vínculos que nos permiten el milagro de la vida. No obstante, quien llegó al fin del proceso, cuando todo estaba listo, el ser humano, se ha convertido en el único y más grande enemigo de la vida. Hoy el proceso apocalíptico se empezó a visualizar por doquier; fuego, guerra, déficit de agua, hambre y miseria son hechos que los vemos. Nos volvimos indolentes y cualquier momento nos llegarán, no estamos exentos de nada y el techo es común, el humo de los flagelos australianos llegó a Chile y Argentina. (O)