REPRESENTANTES
Jabones y desinfectantes de piso, con Registro Sanitario, son fabricados y comercializados por personas que forman parte de la Fundación Mensajeros de la Paz.
El mentalizador de este proyecto fue el padre José Luis Sánchez (+), quien fundó Mensajeros en Cuenca en 1952, organización que mantiene una granja en Santa María de Quillocisa, cantón Santa Isabel.
La fundación se creó para acoger a niños, niñas y adolescentes con capacidades especiales y de bajos recursos económicos, considerados en situación de abandono. Hoy habitan ahí 32 personas, ya no son niños; entonces necesitan inclusión laboral, por eso se creó la empresa artesanal “Jabonería Aquamarina”.
Rossana Vintimilla, presidenta de la Fundación, comenta que es clave la inclusión laboral, ya que “es muy complicado ubicar empresarialmente a la gente con capacidades especiales, estoy segura que todavía no hay una responsabilidad correcta de gobierno”.
Este emprendimiento inició hace diez años, pero el camino no fue fácil; no tenían conocimientos técnicos ni ayudas profesionales que se requerían para un manejo profesional, tampoco liquidez.
En marzo de 2018 con la Universidad del Azuay (UDA) firmaron un convenio marco de vinculación y a través de la Escuela de Ingeniería de la Producción recibieron asesoría técnica para que el emprendimiento tenga sostenibilidad en el tiempo; lo trabajaron también con la Escuela de Ingeniería de Alimentos, informa Sebastián Suárez, director del proyecto Aquamarina por parte de la UDA.
Esta compañía, que tiene la proyección de ubicarse en grandes y pequeños comercios, según Suárez, puede producir de 4.000 a 7.000 jabones en 15 días.
La Fundación trabaja con el Ministerio de Inclusión Económica que les aporta el 60% y Mensajeros el 40%, por lo que realizan varias actividades y piden el respaldo de empresas y personas de buen corazón. (ACR)-(I)