Bicentenario, tarea de todos

Cuenca se apresta a celebrar doscientos años de emancipación española. Para el efecto la municipalidad conformó una comisión especial, que sugiere involucrar al gobierno nacional. No espero mucho sin embargo del sector público, debido a la estrechez económica que se agrava con el año electoral.

De ahí la importancia que adquiere la actividad privada y la ciudadanía en general, lógicamente bajo los parámetros trazados por las autoridades. Cada cual desde la responsabilidad asignada, acorde al axioma popular: “el grano no hace el granero, pero ayuda a su compañero”. Esto en los aspectos externos del evento.

Más importante y trascendental empero constituye lo interno, consistente en la profunda reflexión individual y colectiva sobre el desprendimiento, sacrificio, sangre vertida, vida entregada por quienes nos dieron la libertad, aunque no disfrutaran de ella.

Es que la patria, no sólo los gobiernos de turno atraviesan constantes turbulencias que retrasan su desarrollo. Y parece que las próximas serán más fuertes, debido al preocupante  fraccionamiento político y social impuesto por un régimen “de transición”, que busca reinstitucionalizar el Estado, supuestamente desbaratado por el anterior.

Nada para celebrar, conceptúan algunos frente a este panorama nacional y local, así como las secuelas negativas que persisten del prolongado coloniaje extranjero. Razón no les falta; empero la irreversible historia unida al empeño por transformar las dificultades en oportunidades, deben llamarnos al optimismo hacia días mejores.

Aquí o afuera; donde hayan oportunidades; pero siempre con la decisión de servir a la tierra que nos vio nacer y brindó todo lo que estuvo a su alcance. Ventajosamente la capital azuaya va superando esa concepción aislacionista de ser “el rincón escondido de los Andes”. (O)

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