Cuando miro a famosos que nos representan en escena, despierta en mí esa sensación de esperanza y aliento por un mundo inmensamente espléndido que aguarda por nosotros.
Al sonido del “acción” se dice y se hace mucho de lo que los expectantes tanto deseamos y tanto tememos. Podría asegurar que frente a la pantalla, más de una vez nos hemos identificado con muchos portavoces del séptimo arte; actores y actrices que a través de sus obras magistrales muestran la grandeza de la humanidad y en otros casos, la inmundicia de la misma.
Los contrastes de la realidad humana abraza varios elementos que se supone, nos deberían volver más inclusivos, integrales y generosos. Nos falta tanto por comprender que cada realidad es un escenario privado, individual pero sobre todo ajeno a otra realidad; por ello, en cada ovación al talento se expresa un justo reconocimiento por todas y cada una de las emociones que alborotan nuestro sosiego habitual, por los innumerables e imaginarios viajes en donde nos convertimos en titanes, por soñar despiertos, por reír, por llorar y hasta por odiar.
En final parafraseo, menciono al actor que se refirió al cine como la voz de quienes no tienen una voz. (O)