Rincón de Cultura │
La memoria no trae en orden las imágenes del pasado, y las mezcla muy fácilmente con vivencias actuales. Eso, notarán ustedes, ocurre en estos artículos evocativos, que hoy continúo.
En febrero de 1971, cumplíamos el primer año de casados. Vivíamos en Marsella, con ciertas limitaciones económicas, pese a una pequeña beca otorgada por el Gobierno Francés. El día de nuestro aniversario fuimos al cine, como celebración, y vimos esa preciosa película de Claude Sautet, con Michel Piccoli y la inolvidable Romy Schneider: LAS COSAS DE LA VIDA. La guardamos siempre en el corazón.
Al cumplir 37 años de matrimonio, estábamos en Boulogne-sur-Mer, al norte de Francia, junto al Canal de la Mancha, una pequeña ciudad, en donde era profesor en la Universidad de San Luis.
El 14 de febrero de 2007, cumplíamos Bodas de Piedra, y fuimos al estreno de un hermoso film de Olivier Dahan, LA VIDA EN ROSA, con la singular Marion Cotillard, como Edith Piaf (Oscar a la mejor actriz de ese año).
Ambos son sutiles recuerdos sentimentales, de hondos valores cinematográficos.
Este año estamos aquí, y la víspera del aniversario admiramos una cinta fuera de serie, que ha arrasado con los premios de la Academia, PARÁSITOS.
Mientras los otros dos filmes son de una delicadeza suma, pese a sus ribetes trágicos, esta obra maestra coreana es una pieza estremecedora, de muchas aristas, que van de la tragedia a la comedia, con facilidad.
El cine ha sido un gran compañero a lo largo de la vida, constituyendo parte de las buenas imágenes de nuestra existencia juntos, por lo que somos gratos con esta manifestación artística, a veces, como en los casos citados, de gran calidad!
Vivir juntos medio siglo, es algo muy hermoso, pero también exige de ambos miembros de la pareja una serie de renuncias al individualismo, a las conductas egoístas, frecuentes en todos los seres. No creo que ningún tiempo de convivencia pula por completo asperezas típicas de nuestra condición humana, pero el mismo hecho del esfuerzo realizado, une, consolida. ¡Doy siempre gracias a Dios, la familia, los amigos y, en especial, a la mujer que me tocó por compañera, por lo que soy y tengo, y comparto con Uds. esta gran dosis de confianza, ternura y -aunque suene a lugar común-, felicidad! (O)