Durante la semana pasada se desarrolló en Cuenca la presentación de un nuevo frente contra la corrupción. En la Universidad del Azuay se conformó el Centro Ecuatoriano de Excelencia Anticorrupción (CEEA), promovido por varias universidades del Ecuador como la San Francisco de Quito, Universidad de Las Américas (UDLA), el Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN), la Universidad de los Hemisferios Internacional SEK y la Universidad del Azuay. Se trata de una iniciativa que es la primera de su clase en un continente que durante la última década ha visto crecer en forma alarmante la corrupción en las más altas funciones políticas.
Bien podría decirse que la corrupción es para varios países de la región el más grave problema de los últimos años. Millones de dólares se fueron por las alcantarillas de la corrupción. Paradójicamente esos hechos tuvieron un nivel superlativo en países gobernados por caudillos de una audenominada izquierda política y fueron cometidos en nombre de una supuesta revolución que, en vez de cambiar las estructuras injustas, sirvieron para construir una camarilla de nuevos ricos con fondos públicos.
Hasta ahora se han creado en el Ecuador numerosas comisiones anticorrupción pero los resultados han sido desalentadores. La famosa comisión internacional fue un fracaso. La nacional, dependiente del gobierno, al parecer no tiene la suficiente fuerza ni autonomía. La tarea fiscalizadora de la Asamblea es nula. El hecho de que varias universidades ecuatorianas de alto nivel decidan crear un frente anticorrupción es una nueva oportunidad, pero al mismo tiempo una alta responsabilidad pues la ciudadanía esperará resultados, más aún cuando muchas universidades – antes tan críticas y superpolitizadas- curiosamente callaron durante el gobierno que propició esa corrupción.