La justicia es el principio moral que conduce a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde, principio fundamental para conseguir la paz social.
Según la Real Academia Española, la corrupción es la práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de las organizaciones, especialmente las públicas, en provecho económico o de otra índole, de sus gestores. Esto deberíamos ampliar al sector privado, gestor y motor de la corrupción a nivel público, como lo hemos constatado en varios países sudamericanos.
La Impunidad es la ausencia de castigo por un delito cometido. Esto significa la imposibilidad de colocar a los violadores de los derechos ante la justicia y negar la reparación. Esto ocurre en países en donde la corrupción política maneja a su antojo e intereses la direccionalidad de una débil justicia.
La Justicia es ciega al sancionar y en términos de ocasionar lesiones, de dar al César lo del César, pero a Dios lo que de Él es. El conflicto se desarrolla cuando por los tejes y manejes se gesta una de las tragedias sociales y políticas como es la INSEGURIDAD JURIDICA, causante de incredulidad, ausencia de confianza en sentencias muchas veces tele dirigidas. Todo este conflicto es mayúsculo cuando varias instituciones del Estado son manejadas mediante técnicas de “manoseo”, de un historial que produce desconfianza aún dentro de la misma clase de los Jurisconsultos, que ven rodar por escabrosos senderos a los más caros intereses apegados a la Ley.
Y cuando el entramado ha sido construido como una sociedad secreta, entre quienes dan los dictámenes y otros obsecuentes que a cualquier instrucción agachan de cabeza y malogran la honesta praxis de la noble Profesión, provocan el cultivo de lo inmoral y la impunidad, echando al tacho de la basura a lo más noble del quehacer humano. (O)