Hoy recordamos el 12 de Abril de 1557 cuando Gil Ramírez Dávalos fundó Cuenca sobre la ciudad inca del Tomebamba y la cañari de Guapondélig. En el primer censo real de 1777 Cuenca tenía 18.919 habitantes de los cuales 12.936 estaban en la zona urbana y 5.983 en la zona rural, hoy casi llegamos a los 600 mil habitantes, una ciudad hermosa y pujante que lucha diariamente por su engrandecimiento y que espera que la lección de esta terrible pandemia nos enseñe a cuidar la naturaleza y su incalculable belleza natural. La ciudad se ha transformado, hoy es Patrimonio Cultural de la Humanidad pero nos hace falta cuidar de mejor manera el medioambiente.
Hoy 12 de Abril del 2020 asoma solitaria, con grandes nubarrones llena de profunda angustia por la pandemia, diríamos de manera coloquial con su vida “patas arriba”. Al caminar por sus calles se respira su tristeza y su dolor. Como dice Khalil Gibran al verle hoy a esta ciudad nos deja “una herida en el alma”. Séneca, el estoico, dice que la adversidad es el gimnasio del espíritu donde entrenamos la fortaleza y la virtud, que hay que agradecer los infortunios de la vida para crecer en conocimiento y evolucionar en amar. Si, realmente hay que tocar el fondo negro para salir y encontrar la luz.
Que en este 12 de Abril aprendamos lo que nos viene con la inimaginable tragedia del cambio climático. El cambio climático convertirá a la tierra en un ardiente sartén, el que causará verdaderos destrozos en todo el planeta. El cambio climático pondrá en riesgo la producción de alimentos, subirá el nivel del mar y algunas ciudades se inundarán, muchos animales morirán, las sequías y las inundaciones serán feroces, existirán mortales huracanes y propagación de las enfermedades. El cambio climático en resumen producirá sequías, hambre, pobreza y destrucción, habrá una crisis global si no lo frenamos. Estamos a tiempo para detenerlo. (O)