Contraviniendo la generalizada convicción de que la pandemia dejará a los pueblos más pobres, conflictivos y distanciados, hay quienes creen posible convertir las dificultades en oportunidades, siempre y cuando todos se unan alrededor de un objetivo común. Caso de Estados Unidos, Alemania, Francia, Inglaterra, Japón, que tras dos guerras mundiales se levantaron de sus propias cenizas como el ave fénix.
Pese a las dificultades, el régimen ecuatoriano también se muestra optimista hacia el futuro. Pero en lugar de buscar consensos especialmente entre las fuerzas políticas, les confronta aún más con la sentencia en primera instancia contra el expresidente, Rafael Correa, retirándole además los derechos políticos durante 25 años: evidente propósito para impedir su participación electoral. “Momentos cuando los muertos se amontonan en las calles de Guayaquil, la justicia se expide sorpresivamente condenando a Rafael Correa, para distraer la opinión pública”, señala el afamado exmandatario uruguayo, José Mujica. Coinciden líderes rusos, brasileños, cubanos, argentinos, venezolanos, bolivianos.
Situación interna y externa que ineludiblemente influye en el rechazo por parte de asambleístas, trabajadores y empresarios, al anunciado paquete de ajuste, pues además de recargar el peso de la crisis sobre los trabajadores, pequeños y medianos productores, deja el manejo de su contribución (600 millones) en manos de grupos privados. Esto crea la sospecha, expresada en redes sociales, de que serán afines al gobierno y aliados para la campaña electoral.
Inclusive surgen dudas sobre el crédito por 2.000 millones de los multilaterales y China, después que el FMI ubicó el crecimiento económico ecuatoriano a menos del 6,3%, tras el coronavirus, sólo bajo el venezolano que se ubica en menos del quince por ciento.