EDITORIAL|
Acaba de presentarse por parte del gobierno la campaña para incentivar en la ciudadanía el consumo de productos nacionales. Se trata con ello de apoyar a la producción nacional y a la conservación de las fuentes de trabajo. Los datos provisionales de los que se dispone hasta el momento hablan de la pérdida de varios miles de millones de dólares por la paralización del proceso productivo en diferentes campos como una de las secuelas de la pandemia del coronavirus. Las fábricas se encuentran paralizadas y los comercios cerrados para evitar el contagio en una escala mayor a la que ya se ha dado.
El Ecuador ha avanzado significativamente en la diversificación de productos que se fabrican en el país. Pero no solamente se ha diversificado la producción y se ha incrementada la cantidad de bienes producidos. También ha mejorado sustancialmente la calidad de buena parte de los productos como resultado de la responsabilidad de quienes los producen y la mejora sostenida en los procesos de control de la calidad. Hasta hace años hablar de productos nacionales suponía hablar de problemas de calidad. Hoy esa realidad ha cambiado positivamente.
Entre los muchos ejemplos que pueden mencionarse están la cerámica nacional cuya calidad, diseños y precios han hecho de ella un producto de exportación. La industria textil tiene una antigua tradición que mejora cada día. Más recientes, pero con creciente éxito son industrias como la de alimentos procesados que tienen gran aceptación en diferentes segmentos de la población. La calidad de éstos y otros productos se ha vuelto en muchos casos signo de orgullo nacional. Consumir los productos nacionales es hoy más que nunca una forma de premiar el esfuerzo de empresarios y trabajadores que han apostado al país. Y, es una forma de contribuir a reactivar la producción, así como a mantener puestos de trabajo que tanta falta le hacen al país.