OPINIÓN|
La corrupción se mantuvo latente en la transición del correato al morenismo, y tras un breve paréntesis, al inicio del actual gobierno, rebrotó y ataca el sistema de salud, justo en la época de mayor dolor por la pandemia del coronavirus, solo que en esta ocasión la justicia actuando a empellones del periodismo y la ciudadanía, reacciona, aunque con cierta lenidad de algunos jueces.
La justicia ecuatoriana no acaba de convalecer de la subordinación al poder político, aunque hay que reconocer que la Fiscal General del Estado se esfuerza por caminar con ruta propia cumpliendo el mandato constitucional, en medio de algunos fiscales y jueces colocados por el correísmo, vinculados a la corrupción y otros que responden a poderosos intereses económicos.
La corrupción sigue contaminando las instituciones públicas y en general el sistema político de la sociedad al punto que han fracasado nuevamente ante el país los partidos políticos y líderes tradicionales en medio de un cinismo, hipocresía y actuaciones teatrales que causan náusea. Viejos “enemigos políticos” están vinculados en la corrupción, grupos familiares con sus empresas de papel migran de una alcaldía a una prefectura, de una institución pública a otra, como lo hacen los correístas reciclados, y ahora con mascarilla, que deambulan por el gobierno.
En circunstancias de corrupción acumulada y continuada, lo único que puede salvar al país, es la actuación decidida de periodistas y medios de comunicación éticos y la ciudadanía con la opinión pública, haciendo veeduría y contraloría social, para hacer realidad la cantaleta de “caiga quien caiga”, y el apoyo a fiscales y jueces que quieran jugarse por limpiar al país.
Los usuarios y protagonistas de redes sociales y ciudadanos que hacen vocería pública, así como dirigentes sociales tienen que rodearse de buen juicio, capacidad crítica e investigativa para no ser, perdonen la expresión, tontos útiles de quienes buscan la impunidad. Por ello el ataque a la Fiscal General del Estado, en circunstancias que asesta duros golpes a la vieja y nueva corrupción, solo hace el juego a quienes buscan que todo se quede en la impunidad, a los que comieron del arroz verde y a los que siguen comiendo del arroz de la corrupción. (O)