OPINIÓN| En el apogeo por la igualdad de género y aprovechando la supuesta explosión demográfica, se viene de proponer una serie de alternativas para su disminución, algunas insólitas. Es cierto que la curva de crecimiento del “reino del hombre” va en aumento, no por ello se puede vulnerar su dignidad, menos la vida.
En 1.500 éramos 50 millones; en 1.900, 1.600 millones; en 2.000, 6.000 millones; actualmente 7.800 millones y la curva seguirán exponencial hasta el 2.100 en que seremos 11.000 millones. Aquí recién parábola se potencializará hasta llegar a la linealidad y después descenderá. Hasta eso sucederán fenómenos como el que vivimos, que quizá echen por ristre los cálculos ecuacionales.
Hay un incremento drástico, entre otras cosas por aumento de personas que llegan a la edad reproductiva y a la ampliación del promedio de vida que se sitúa en 72 años, según la OMS. Para nuestra inferencia, el 61 % de la población mundial vive en Asia; en Latinoamérica apenas el 8 %, el Ecuador con mucho menos del 1 %.
En el siglo pasado el comunismo, el nacionalsocialismo y ciertos partidos políticos democráticos apostaban por el crecimiento poblacional para disponer de mayor mano de obra y así satisfacer las necesidades. Existen todavía regiones del mundo que pagan para que habiten, tal los casos de Alaska-EE.UU. y Saskatchewan-Canadá. Hoy, esos mismos sistemas de gobiernos totalitarios abogan por limitar la especie.
A los líderes políticos se han sumado los más ricos del mundo y los intelectuales que defienden la eliminación de los seres humanos, especialmente de los vulnerables de la cuarta edad, minusválidos, pobres `in extremis´ y malhechores. Para ello promueven la ideología del neomaltusianismo y del profeta Paún Ehrlich: disminuir la población de las clases pobres y obreras y defender la biosfera.
A ellos se adosan los ideólogos de género, los líderes del tercer género, los neoliberales y neocomunistas y muchos pancistas darwinianos que proponen medidas criminales con el fin de que sobrevivan cómodamente los selectos de la raza humana. Hay activistas a favor del aborto, la eutanasia…, que apoyan para que estos procedimientos entren en las Constituciones.
Por lo dicho, no es descabellado pensar que los científicos amorales e inmorales estarían coludiendo con los multimillonarios y líderes inescrupulosos para disminuir la población, exterminando a la gente con armas biológicas como el covid-19, calculando escrupulosa y científicamente para que queden los buenos y los otros sirvan de abono al reino vegetal. (O)