OPINIÓN|
Tengo una manía con el orden, lo admito, siempre estoy ordenado algo, sacando, clasificando, desechando, es una necesidad imperiosa en mí y es que generalmente siento que guardo tanto… cosas, pensamientos, ideas, emociones, sensaciones, memorias, a tal punto que llega un momento que siento voy a reventar, ¡explosionar como un volcán!, necesito dar salida a todo lo que día a día se acumula en mí… de ahí la necesidad de esta limpieza y reordenamiento permanente, así mientras organizo mis entornos externos, mis espacios internos también se van ordenando, trayéndome una sensación de armonía y calma, pero aún hay algo más, algo que me encanta observar el espacio vacío que va quedando…
Me encantan observar las estanterías vacías, los armarios, cajones, espacios sin nada… me gusta visitar las casas antes de ser amobladas, mirar los escenarios antes de que la obra empiece, los lienzos antes de ser pintados, las páginas antes de ser escritas…, el espacio vacío me serena, me calma, ¡pero sobre todo me invita! Sí, definitivamente por sobre todo me gusta mirar el espacio vacío.
Recuerdo de pequeña cuando iba a dormir y no tenía sueño me quedaba mirando por horas el tumbado, imaginando cómo ese espacio podría ser amoblado si la casa la pusiera al revés, si ahí arriba en el tumbado habían muy pocas cosas, era un espacio vacío y eso me encantaba, me invitaba a imaginar, a soñar, a crear, ahora lo comprendo de manera un poco más lógica podría decirse, y es que el espacio vacío es el lienzo de los creativos, es ese reino de potencial infinito, donde todo puede darse, imaginarse antes de que la forma se plasme, el espacio sin forma que permite todas las formas…
Y hay algo todavía mejor cuando ese espacio siento en mi interior, “espaciosa por dentro” vacía de conceptos, ideas, expectativas, quieros… presente en el momento, quieta, sin interferir, una testigo silenciosa del movimiento de mis pensamientos, de la salida y entrada del aire en mi cuerpo, testigo de la vida que bulle en mí, del potencial infinito que habita en mi…
“Cuando contemplas la profundidad insondable del espacio o escuchas el silencio en la madrugada justo antes del amanecer, algo dentro de ti resuena con ello como reconociéndolo, entonces sientes la vasta profundidad del espacio como tu propia profundidad, y sabemos que ese precioso silencio que no tiene forma es más tu que ninguna de las cosas que forman el contenido de tu vida”. Tomado del libro Un nuevo mundo, Ahora de Eckart Tolle. (O)