OPINIÓN|
Y la nueva realidad, condicionada por la pandemia que nos enclaustra e involucra a todos y en todos los ámbitos de la cotidianidad, está presente y se afianza, día a día, con franquicia de perpetuidad, porque como decían algunos analistas sociales, “llegó para quedarse” y exige una nueva “agenda humana” como marco de acción, que implique la vida en el hogar, en la comunidad y en la institucionalidad educativa, laboral y social.
Y, en este marco, llegamos al periodo vacacional del sector educativo del régimen Sierra, puesto que la mayoría de sus establecimientos, tanto del primero, segundo y tercer nivel, públicos y privados, están por terminar el año escolar, después de tres meses de un proceso enseñanza aprendizaje virtual, condicionado por el enclaustramiento, modalidad educativa que deberá ser evaluado muy concienzudamente porque, parece que, también “llegó para quedarse” mientras dure la pandemia y, a lo mejor, permanentemente, como una modalidad paralela o complementaria al sistema educativo asistencial oficial. Experiencia que, de todos modos, demandó un mínimo de infraestructura tecnológica y ocupacional a nivel institucional y en el hogar, que deberán ser ampliados y complementados con la debida capacitación a todos los involucrados en el proceso.
Las vacaciones del periodo educativo 2019- 2020, serán las primeras, y ojalá sean las ultimas, que se cumplan en condición de enclaustramiento que motivará una serie de cambios en la rutina del hogar y de la comunidad y, probablemente, dará oportunidad a una cadena emprendimientos ofreciendo actividades recreativas ocupacionales a través de plataformas virtuales como el Zoom, que suplan a las tradicionales excursiones, giras, viajes, talleres, cursos y colonias vacacionales, que normalmente se ofrecían a niños y adolescentes en este, el más largo, ciclo vacacional. (O)