Investigadores ecuatorianos han encontrado huellas del coronavirus SARS-CoV-2 en los ríos Machángara y Monjas, que cruzan por la capital del país, Quito, contagiados por las aguas residuales que se vierten en dichos afluentes.
Esa es la conclusión del estudio realizado por investigadores de la Universidad de las Américas (UDLA), quienes recogieron el pasado 5 de junio muestras del agua de esos ríos para someterlas a análisis biológicos y químicos.
El informe difundido este martes por la UDLA advierte la detección de una concentración de material genético relacionado con el coronavirus, a través de pruebas denominadas «qRT-PCR, para las regiones N1 y N2 de SARS-CoV-2» y para «una proteína de la cápsida de adenovirus humano, que es un indicador aceptado de contaminación fecal humana».
Los resultados mostraron que «la carga viral en el agua del río estuvo relacionada con los casos de la COVID-19 de los sectores de Quito que descargan aguas residuales en estos puntos del sistema fluvial, durante las dos semanas anteriores hasta el 5 de junio».
Sin embargo, «comparado con datos reportados en otras ciudades, las cantidades encontradas corresponderían a muchos más casos, indicando un importante sub-registro» de los informados de manera oficial, añadió la UDLA en su reporte.
Aclaró que la toma de muestras se realizó «al comienzo del pico de contagios en Quito, donde los casos notificados en los 14 días anteriores a la recolección de muestras llegaron a una cuarta parte del total de casos de COVID-19 reportados en la ciudad desde el comienzo del brote actual».
«Los niveles de SARS-CoV-2 encontrados a principios de junio en los ríos urbanos de Quito son similares a los encontrados en las aguas residuales de Valencia (España), cuando tenían más de 5.000 casos activos y París, durante el pico de casos con más de 10.000 casos hospitalizados», señaló Blanca Ríos-Touma, directora del estudio.
La investigación, añadió, demuestra el «riesgo significativo de infección humana si este se propaga a través del agua del río cuando se descargan en él las aguas residuales no tratadas, especialmente en una ciudad como Quito, donde solo el 3% de las aguas residuales son tratadas antes de ser liberadas a los ríos circundantes».
«Sin embargo, se necesitan más estudios que establezcan si el virus puede estar activo en agua y por cuánto tiempo«, agregó el grupo investigador.
De manera adicional, el estudio advierte del impacto que podría tener la propagación del virus en la vida silvestre y el ganado expuesto a agua contaminada con virus, debido a que los coronavirus pueden propagarse a otras especies con relativa facilidad.
Una investigación similar, efectuada a mediados de abril por el español Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad de Valencia, permitió analizar la circulación del SARS-CoV-2 en una comunidad, a partir del estudio de sus aguas residuales.
Ese sistema de análisis, que podría ser útil como método de vigilancia epidemiológica, se probó en seis depuradoras de la Región de Murcia y en tres del área metropolitana de Valencia, donde se demostró que el tratamiento de desinfección en esas unidades son eficaces en la eliminación de la presencia del virus, según informó entonces el CSIC. EFE