OPINIÓN|
Desde que se fundó en 1945, el Cuerpo de Bomberos de Cuenca ha venido funcionando con personal voluntario cuya opinión era respetada y estimada cuando se tomaban decisiones trascendentales al interior del mismo. Luego de que el Sr. Lucero fuera nombrado en el 2016 jefe de esta institución, las cosas han cambiado considerablemente. Las reuniones tienen un alto grado de hermetismo y los que quedan excluidos, se enteran de las decisiones de la directiva cuando se realiza alguna inauguración o declaración en medios de comunicación. Pese a que el Cuerpo de Bomberos de Cuenca cuenta con voluntarios profesionales en diferentes áreas como: ingenieros civiles y ambientales, abogados, pilotos comerciales, etc., son aislados por ser considerados una amenaza a lo que el jefe obstinado y su equipo planean a puerta cerrada.
La actual administración ha sido observada por su desempeño ineficiente, empeñada en gastar la mayor cantidad de dinero para convalidar, de esa manera, una gestión eficaz. ¡Qué manera más errada de pensar! El proyecto de Illincocha, se inició en la administración del coronel Oswaldo Ramírez. Sin embargo, no progresó. La actual administración retomó los trámites hasta qué, en el 2018, firmó el comodato con el MAE (Ministerio del Ambiente) y, en el 2019, logró el cambio del uso del suelo a través del Concejo Cantonal, prosiguiendo con el proyecto. La actitud del Sr. Lucero esconde una gran preocupación que le quita el sueño, sabiendo que las responsabilidades administrativas frente a la Contraloría por no cumplirse los procesos necesarios ni los permisos requeridos, están en camino. Parecería que existe un pacto con el MAE que los defiende a capa y espada, pese a los daños gravísimos en Illincocha. A esto se suma la denuncia de la falsificación de la firma de uno de los técnicos, para obtener ciertos permisos e iniciar la obra. Treinta bomberos presentaron dos documentos al concejo Cantonal y a la Contraloría, en los que se objetan dos temas: las compras públicas realizadas con respecto a la emergencia sanitaria dentro de la institución, y el pago anual de 40 mil dólares por la aeronave que cumple este 18 de septiembre, un año de estar en desuso.
El comandante Lucero tiene mucho que explicar a la ciudadanía y a la institución a la que se debe. Ya basta de triquiñuelas… (O)