Los constructores de la Catedral de Cuenca

OPINIÓN |

Eloy Campos pasa de los cien años. Tiene dificultades con el oído y la vista, pero, conserva los recuerdos de su larga existencia ligada a múltiples labores artesanales y artísticas. Con Abraham Sarmiento aprendió a manejar el dibujo, la pintura al óleo, la litografía, la acuarela y el carbón; Manuel Tacuri y Manuel Ayabaca le enseñaron los secretos de la escultura en mármol y madera; luego, abrió su propio taller y llegaron las obras: bellos altares para las principales iglesias de Cuenca y el país, las grandes esculturas de San Juan Bautista de la Salle y San Ignacio de Loyola, hoy en Colombia, labradas con el mármol de Tarqui. En 1942 fue contratado para trabajar en la Catedral Nueva. Durante treinta y dos años talló las doce columnas a la entrada de las puertas principales, los bustos de los doce apóstoles en cada uno de sus capiteles, “el ojo de buey” las cornisas y los altares de mármol. De esta larga permanencia quedan en su memoria muchos episodios vivos con Luis Chicaiza, el constructor de la Catedral Nueva. “Con él acordamos poner tres aros de fiero de los rieles traídas de Huigra para reforzar la cúpula de la nave central”; “recuerdo también el día que desde la torre más alta pusimos a flamear una bandera negra para llamar la atención del presidente del Ecuador Carlos Arroyo del Rio de visita en Cuenca”. La ciudad tiene una deuda con este artista de hoy; pide descansar para siempre en la cripta de su catedral.