OPINIÓN|
La historia de la humanidad ha sido pródiga en demostrarnos que ni las leyes de la economía social de mercado, el totalitarismo, el socialismo, o únicamente el crecimiento material, han constituido las claves del desarrollo integral del hombre; la educación es la fuente donde brota: la paz, la prosperidad espiritual, material, y el equilibrio psicofísico del ser humano.
La educación basada en el castigo “castra” a los alumnos. La educación no pertinente a la vez crea desesperanzas en un posible mundo laboral.
La educación en la que el profesor abusa de su poder, construye un alumnado débil, sumiso, sin la capacidad de pensar por sí mismo ni detectar su propia potencialidad.
Desde pequeños, la mayoría de ecuatorianos aprende a copiar, a mentir y a aparentar lo que no ha adquirido lícitamente. La educación donde se privilegia lo individual y no las necesidades de una sociedad conectada y relacionada, crea los monstruos que hoy vemos desfilar a diario, tanto en el mundo político, como en el social o económico.
Rafa y su banda delincuencial crearón un sistema de homogeneización educativa basado en la meta doctoral, una brutalidad en la que no se comprendió que los “doctores” en cualquier disciplina son aquellos que se dedicarán a la investigación pura, dura y a la docencia en postgrados.
Desafortunadamente, los espacios antes mencionados en la universidad ecuatoriana son muy limitados. Nuevo engaño, se inventó una fantasía sin hacerla aterrizar en una realidad tan frágil como la nuestra. Y el costo es altísimo en términos monetarios y de desempleo.
En los países desarrollados, el respeto al derecho ajeno, la enseñanza y la investigación, fuentes principales de la educación, están especial e íntimamente relacionados con las necesidades de los estados, porque sin la ayuda financiera de éstos, serían imposibles las investigaciones en terrenos que entrañan inmensos gastos.
La verdadera riqueza de una nación no es, ni su oro ni su dinero, sino su saber, la sabiduría y la rectitud de sus hijos. (O)