Estos países pudieron sortear los desafíos sanitarios de la pandemia mejor de lo que se preveía debido a su experiencia con epidemias y una demografía favorable que se caracteriza en general por poblaciones jóvenes con baja densidad de población, pero las consecuencias económicas han sido «ruinosas», señala el informe de la Conferencia de la ONU para el Comercio y el Desarrollo (Unctad).
El organismo explicó que se prevé que el PIB de estos países, en su mayoría africanos aunque también hay naciones de Asia, Oceanía y una americana (Haití), baje un 0,4 %, cuando hace un año se esperaba que tuvieran un crecimiento del 5 %.
Entre estos países, los que más han sufrido la crisis de la COVID han sido los más dependientes del comercio exterior, como los exportadores de combustibles (Angola, Chad, Mozambique, Yemen), minerales y metales (Zambia y Guinea), prendas de vestir (Bangladesh, Haití y Nepal) o destinos turísticos como Vanuatu o Camboya.
Esta situación supone un revés para las perspectivas de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible así como otros propósitos relacionados con la educación, la salud y la igualdad de género en estos países.
«Los países menos desarrollados son el campo donde se ganará o perderá la batalla de la Agenda 2030», aseguraron fuentes de Unctad.
El informe busca llamar la atención de la comunidad internacional para que apoye económicamente a estos países, empezando por mejorar sus capacidades productivas, que son el elemento principal para conseguir su desarrollo.
Actualmente la ONU considera en «extrema pobreza» a aquellas personas y familias que viven con menos de 1,9 dólares diarios (1,5 euros).