A una semana de que comience la campaña electoral en Ecuador, es oportuno advertir que se viene una andanada de ofertas y promesas, muchas de ellas sin el debido sustento económico y, lo que es peor, amplificadas y multiplicadas por las redes sociales, que, como antes lo era en el papel, ahora todo lo aguantan, sobre todo la mentira.
Los obligatorios programas de gobierno que los candidatos presentaron al Consejo Nacional Electoral no son más que un requisito, y suelen pasar desapercibidos por la mayoría de electores, más preocupados por sobrevivir.
Y una cosa es lo que esbozan los presidenciales en esos documentos; pero otra muy distinta es la que propagan en redes sociales y aun en entrevistas en los medios de comunicación tradicionales, en las que, a pretexto de imparcialidad, se les permite que propaguen toda clase de ofertas, no solo que demagógicas, sino descabelladas y hasta ridículas.
Los candidatos, ante un electorado apático, desesperado por las consecuencias que deja la pandemia, que a lo mejor no digiere la verdadera situación económica del Ecuador, que está harto de la corrupción y de un Gobierno que flota y reflota, que endeuda al Estado para pagar deudas, deben, en un ejercicio de ética y de transparencia, sopesar sus promesas, comenzado por respetar a la que gente cuyo voto piden.
Jugar con los bolsillos vacíos de la gente, sobre todo de los pobres, con sus apremiantes necesidades de trabajo, con sus sentimientos y con su porvenir impredecible, estaba bien para la época de las cavernas; pero no ahora cuando el país reclama honradez, oportunidades para producir, para abrirse al mundo y competir; que la riqueza, si lo hubiera, sea repartida equitativamente, que se respeten sus libertades y que prime la Justicia.
Pero también es responsabilidad ciudadana informarse, pero informarse bien; votar con conciencia, que equivale a no hacerlo por impulsos, caprichos, venganzas, por añoranzas de personajes que dejaron una estela de desaliento, cuando no de podredumbre. Y los medios de comunicación deberán relanzar sus propuestas de cobertura de la campaña, para evitar la mentira y ser altavoces de promesas y ofertas populistas.