El tiempo sigue su curso, en un entorno distinto del fin de año anterior, ahora con restricciones, toques de queda y distanciamiento con allegados. El mundo no precisa aun las consecuencias que la calamidad dejará como secuelas, más la humanidad ha mostrado una capacidad ilimitada de recuperación a desastres biológicos como el caso de diseminación del coronavirus, que sin duda enseña sin excepción a todos los gobiernos instaurados del universo, que a pesar de desplegar esfuerzos y en algunos casos con recursos ilimitados, mostraron negligencia en la atención de su gente, que por doquier reclama auxilio.
La salud convertida en el bien preciado de la humanidad, parte desde el individuo para evitar contagiarse, por cuanto sin medicación específica su evolución resulta incierta. Aparece la vacuna en tiempo record y con variantes a las de aplicar virus vivos atenuados o muertos, por laboratorios que usan réplicas de ARN como una opción positiva cuando las naciones prósperas del orbe han empezado a inmunizar. Se anuncia por parte del régimen que llegaran también a nuestros lares estas inmunizaciones, sin embargo, se requiere de una logística extraordinaria para abarcar al 60 % de la población ecuatoriana, con lo que pudiese alcanzar niveles adecuados de salvaguardia, en el supuesto que un 20% que han pasado la enfermedad, han adquirido inmunidad.
Dependemos de factores coadyuvantes para superar este estado crítico de situación, partiendo que logremos protección masiva con la vacunación, la población siga en recaudo impidiendo la circulación del virus y nos juntemos en ejercicio cívico altruista para escoger a las mejores opciones que gobiernen esta patria esquilmada, más que por el virus por la ignominia de una corrupción desenfrenada, que desmanteló la paciencia colectiva que mira cómo se roban con sobreprecios en construcción, medicinas e insumos los fondos de hospitales en plena catástrofe, que seguramente influirá a la hora de sufragar contra los usufructuarios del sistema purulento. Siendo una opción a nuestra facultad presente que no la debemos dejar pasar por una subsistencia decorosa que buena falta nos hace. (O)