Cuando faltaba un par de horas para que el 2021 llegara, un grupo de médicos y enfermeras del hospital José Carrasco Arteaga se despidió de una mujer que se había contagiado con la COVID-19.
Sobre una silla de ruedas empujada por el personal de salud, la mujer levantó su mano y la sacudió luego de estar internada por algunas semanas.
Aquel acto no fue solo la despedida de la paciente, sino fue la manera en cómo despidieron el 2020 los trabajadores sanitarios: laborando para salvar las vidas de quienes han contraído el nuevo coronavirus.
Desde hacía 293 días, contando con este dos de enero de 2021, el hospital José Carrasco Arteaga empezó a recibir a los pacientes con COVID-19. En todo ese tiempo han pasado una serie de sucesos que se necesitarían semanas en vela para escucharlas y entenderlas.
El día a día
El miedo, trabajar contrarreloj, estar atento a la evolución de la enfermedad, correr de un lado al otro, vestir de traje que evite el contagio y sacar fuerzas de donde no había son algunas de las cosas que se vieron en los pasillos de la casa de salud cuando se declaró la emergencia sanitaria.
“Hemos aprendido desde las cosas básicas, que es ponerse los trajes de protección personal, que fue un reto para aprender a trabajar con ellos. Nos costó adaptarnos porque nos sofocábamos, nos asfixiábamos. Era agotador. Sin embargo, hemos aprendido a convivir en esta nueva realidad”, dijo Fernando Ortega, médico internista del hospital José Carrasco Arteaga.
Aunque hay situaciones que perduran, los trabajadores de la salud están mucho más capacitados, y el temor que había ahora está en menor medida porque en estos casi 300 días la experiencia ha alimentado a los médicos y a las enfermeras que no han bajado la guardia en ningún momento.
Las historias que se han venido escuchando en las habitaciones y en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) también han transformado a los trabajadores y les han hecho repensar su vida y la labor que cumplen a diario.
En el caso de Ortega, que en algún momento se sentará a revivir los hechos vistos en el 2020, recuerda el miedo que se refleja en los pacientes, sobre todo cuando deben ser entubados.
Hace no mucho, el joven médico vio cómo otro muchacho, de unos treinta años, antes de ser entubado pidió que les digan a sus hijos que les quería mucho y que esperaba sobrevivir al episodio que estaba por experimentar.
“Me marcó mucho eso porque todos tenemos hijos, tenemos familia, y nosotros nos sentimos presionados porque queremos dar lo mejor. Finalmente, este chico pasó 30 días en la UCI y ya salió, y esperamos que en estos días salga del hospital para reunirse con su familia”, dijo Ortega.
“Nos costó adaptarnos porque nos sofocábamos, nos asfixiábamos. Era agotador. Sin embargo, hemos aprendido a convivir en esta nueva realidad”
Fernando Ortega
Atención general
A pesar de que el 2020 se caracterizó por los pacientes con COVID-19, hubo otras patologías que debieron atenderse, y ello fue un reto que tuvieron que cargar el grupo de atención del hospital, según el jefe de hospitalización, Jorge Ulloa.
Alrededor de 250 000 atenciones registró el hospital José Carrasco Arteaga una vez que empezó a exigir la enfermedad del coronavirus. Y para la atención no solo el personal sanitario tuvo que prepararse. Las áreas del centro médico tuvieron que ser adecuadas para dividir el trabajo que aún no se detiene.
Al convertirse en hospital centinela, las áreas de Cuidados Intensivos pasaron de 10 a 28, mientras que, en los días críticos, solo para atender a pacientes con COVID-19 se armaron hasta 110 camas.
“En la emergencia sanitaria tuvimos el reto de atender tanto a pacientes COVID-19, como de otras patologías… se garantizó el servicio a personas”
Jorge Ulloa
Sobre el futuro
Si bien hay un halo de esperanza porque se ha empezado a distribuir la vacuna en algunos países del mundo, para el personal médico es necesario mantenerse alerta, y principalmente continuar con lo que se hizo básico en el 2020: usar mascarilla y lavarse las manos frecuentemente.
Otra recomendación que ha ido tomando impulso en las últimas semanas es evitar los lugares cerrados y las reuniones sociales, que pueden convertirse en un problema en la ciudad si la población no toma consciencia.
“Con la vacuna hay esperanza, pero hay que entender que somos un país en vías de desarrollo y estamos en esa fila que le toca esperar. Hasta entonces, lo único que pedimos es que la gente se cuide y sea responsable”, dijo Ortega. (I)