Nos guste o no los impuestos forman parte de la vida. El Escritor Charles Adams señalo: “Desde el inicio de la civilización, los gobiernos han ideado todo tipo de tributos”; el político norteamericano (1798) afirmo: “En este mundo no hay nada tan seguro que la muerte y los impuestos”; y es así como en toda sociedad se quejan o nos quejamos de los impuestos. ¡No sé a dónde va aparar el dinero, y cuanto más trabajo más me quitan! Y en nuestro país en desarrollo, los pobres soportan una carga tributaria desproporcionada, y a diario los servicios públicos van disminuyendo. ¿Por qué?
No sorprende que los impuestos sigan generando rechazo, y a criterio de los analistas de los sistemas tributario de las naciones en desarrollo son “ineficaces e injustos” pero los administradores de turno pregonan el emprendimiento, para el empleo, y las trabas burocráticas, para aumentar o subir los impuestos están al día. ¡Reclame, pero pague primero!
El servicio de noticias de la BBC, informo que los funcionarios de un país en desarrollo…” gravaron ilegalmente una decena de actividades, (desde el cultivo de bananas, hasta la matanza de cerdos) a fin de mejorar la actividad pública o llenar sus propios bolcillos” …
La brecha entre ricos y pobres agrava la situación, según la revista de la ONU: “Una de las muchas diferencias económicas entre los países desarrollados y los subdesarrollados, es que los primeros subvencionan a los trabajadores agrícolas, mientras que los segundos les cargan de impuestos”, dando como resultado el abandono de sus parcelas, porque les indigna que su futuro a ser visto a través de la venta de su propia vida. La agricultura es parte de la naturaleza viva, que sostiene la salud planetaria, y conforman el tejido de la vida. ¡Sin fin! (O)