El expresidente de Bolivia Evo Morales considera que su salida del país en noviembre de 2019 estuvo provocada por un «golpe de Estado», |y destaca que «no hubo fraude» en las elecciones de aquel año en las que se proclamó ganador para un cuarto mandato.
Morales, en una entrevista con Efe, también se refirió a las elecciones presidenciales de 2020, y admitió que la oposición pudo ir a una «segunda vuelta», si no se hubieran aplazado dos veces los comicios generales del año pasado por la pandemia.
Morales, que se recupera de las secuelas de la covid-19, se encuentra en la ciudad de Cochabamba desde donde coordina con los sectores sociales y de partido la campaña para las elecciones subnacionales del próximo 7 de marzo.
Ya en perspectiva, se refirió a algunos aspectos del proceso que lo impulsó a renunciar a la Presidencia del país cuando el ente electoral lo declaró ganador para un cuarto mandato consecutivo en medio de denuncias de fraude que anularon aquellas elecciones.
LA NARRATIVA DEL «GOLPE DE ESTADO»
Morales repitió y defendió que en 2019 «no hubo fraude» y que «la mejor prueba» son los resultados de la elección del año pasado en la que Luis Arce -el candidato de su partido- venció con más del 55 por ciento de los votos.
El exmandatario aseguró que en la Organización de Estados Americanos (OEA) «se adelantaron» al presentar la madrugada del 10 de noviembre un informe sobre la revisión de los resultados de aquellas elecciones que debía entregarse al menos tres días después y que eso «se acomodaron a la derecha que estaba movilizada».
Aquel informe intentó aclarar las denuncias de fraude electoral y sirvió para que la justicia iniciara procesos contra varios vocales electorales, aunque después no llego a su conclusión.
Consultado sobre si su renuncia y la de los presidentes del Senado y la Cámara de Diputados formaban parte de una estrategia para hacer que regresara, una hipótesis que algunos analistas manejaron, respondió con un contundente «no, para nada».
Morales reveló que antes de presentar su renuncia en el trópico de Cochabamba, su principal bastión político, pensó en gobernar desde «el monte» o la selva, pero que desistió de hacerlo ya que, a su juicio, eso implicaría que se hubiesen registrado decenas de muertos y que la «responsabilidad» de aquello hubiese sido suya.
DE EXPRESIDENTE A JEFE DE CAMPAÑA
Morales niega que ser el jefe de campaña y presidente del MAS (Movimiento al Socialismo) sea parte de un intento suyo de seguir manteniendo el control de esa organización y defendió de que su labor ahora es de «coordinación».
Consideró que la victoria de su partido con el candidato Luis Arce el año pasado pudo ser del 60 por ciento o más, pero que un bloqueo de caminos en agosto del año pasado, en plena pandemia, «ha desgastado» al partido y fue un «error».
Algo similar pensó del exministro Arturo Murillo del Gobierno interino de Jeanine Áñez, un funcionario al que consideró irónicamente un «jefe de campaña» a favor del MAS por la retórica que usaba contra el partido de Morales que, según el expresidente, termina finalmente por beneficiarlo.
A partir de ahí, es que Morales dice sostener una posición de coordinador y hasta consejero dentro de su partido y que respeta las decisiones y el estilo del actual mandatario Arce aunque sea distinto al suyo.
LA HISTORIA PUDO SER DISTINTA
«Si no postergaban las elecciones del 3 de mayo, hubiese habido segunda vuelta», dijo con seguridad Morales.
Tras la detección de los primeros casos de coronavisus en marzo del año pasado, el Gobierno interino dictó cuarentenas estrictas que incidieron en la retraso de los comicios de mayo a septiembre y luego a octubre.
Dijo que esas decisiones fueron «culpa» de Murillo, el influyente ministro de Áñez, que finalmente terminaron favoreciendo al MAS.
Morales también defendió la continuidad de un mandatario en el Gobierno porque «hay resultados y ha dado resultados», citando el ejemplo de Alemania y de Ángela Merkel. EFE (I)