«Este no fue el único caso: hay miles de George Floyd. Su caso trajo mucha exposición a nivel mundial, pero mi padre fue antes que Floyd, en 2012. Hay miles, y duele», explicó en una entrevista con Efe Tushana Howard, visiblemente afectada y con los ojos llorosos.
Su padre, Vachel Howard, fue «asesinado» en 2012 por el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD, en sus siglas en inglés), según sus propias palabras y las de su abogado, después de que el afroamericano fuese detenido por conducir en estado de ebriedad cuando tenía 56 años.
Sus últimos momentos en vida fueron también grabados, como en el caso de Floyd, y en esas imágenes dentro de la comisaría angelina se aprecia cómo seis agentes de policía se abalanzaron sobre él y le presionaron el cuello hasta que murió asfixiado.
Estas similitudes con el caso de George Floyd hacen que Tushana esté especialmente atenta al inicio de los argumentos orales del juicio contra el expolicía Derek Chauvin, que empiezan el próximo lunes, 29 de marzo, en Mineápolis (Minesota, EE.UU.).
POCA REPERCUSIÓN PARA LOS POLICÍAS
Una de las principales reivindicaciones de las familias afroamericanas que han sido víctimas de la brutalidad policial en EE.UU. es la «falta de rendición de cuentas» para los agentes implicados en estas acciones.
Por ejemplo, el policía que estranguló a Howard en 2012 estuvo once días suspendido de empleo y sueldo, y luego volvió a su puesto.
«Once días de suspensión no van a traer de vuelta a mi padre. El agente puede volver cada día a su casa con su familia, mi padre ya no (…) El dolor nunca se va», insistió Tushana.
En este sentido, el abogado que acompaña a la familia de Vachel Howard en su batalla judicial contra el LAPD, James DeSimone, subrayó la necesidad de que existan «consecuencias más congruentes para los agentes que violen la ley».
Es por eso que DeSimone dijo sentirse «esperanzado» de que un posible veredicto de culpabilidad en el caso de George Floyd abra un cambio de tendencia en este tipo de casos de violencia desproporcionada contra las minorías raciales de Estados Unidos.
TRAYVON MARTIN, RODNEY KING…
El mismo año que Howard murió a manos de la Policía de Los Ángeles, otro afroamericano desarmado, Trayvon Martin, falleció por un disparo de un vigilante blanco en un barrio de Sanford (Florida, EE.UU.).
La muerte del adolescente, que tenía entonces 17 años, y la posterior absolución de su atacante, George Zimmerman, reavivaron el debate nacional sobre las relaciones raciales en Estados Unidos y el uso de las armas de fuego.
La realidad es que la discusión se repite en el país norteamericano cada vez que un negro muere o es víctima de abusos de las fuerzas de seguridad, como fue en el caso de la paliza que recibió Rodney King hace ahora 30 años.
Ese episodio dio la vuelta al mundo después de ser filmado por un aficionado que tenía casualmente su videocámara en ese momento, registrando todos los golpes que recibió King estando completamente estirado en el suelo, sin oponer resistencia.
Tres décadas después, parte de la Policía sigue un «patrón» en su manera de «acercarse a los afroamericanos», un colectivo que ha sido «criminalizado» desde la fundación del país, contó a Efe «Baba» Akili, uno de los dirigentes de la organización Black Lives Matter («Las Vidas Negras Importan») en Los Ángeles.
«Sentí indignación, disgusto e ira. Al igual que la indignación, el disgusto y la ira que sentí con el asesinato de George Floyd», indicó Akili, comparando la situación actual con la historia que se repite cada vez que un negro desarmado es «atacado o asesinado» por la policía. EFE