Antonio Broto
La covid-19 desvió la atención de años anteriores ante el cambio climático, pero la ONU advirtió que 2020 fue otro año de temperaturas récord y desastres meteorológicos que la desaceleración económica derivada de la pandemia no frenó, por lo que pidió al mundo una reducción drástica de sus emisiones.
«Las emisiones globales deben reducirse de manera colectiva, a más tardar en 2030, en un 45 % con respecto a los niveles de 2010», pidió el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, en la presentación del Informe sobre el Estado Global del Clima 2020.
EL CLIMA GOLPEÓ TANTO COMO EL CORONAVIRUS
El estudio, elaborado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en colaboración con otros organismos internacionales, mostró un 2020 en el que inundaciones, sequías y ciclones golpearon todos los continentes, mientras la ayuda humanitaria para atender a los afectados por esas catástrofes se veía limitada por la pandemia.
«El estudio demuestra que no hay tiempo que perder: el clima está cambiando y los impactos ya son demasiado perjudiciales para el planeta», advirtió Guterres, quien indicó que los Estados deben comprometerse además a lograr emisiones netas de valor cero antes de mediados de este siglo.
El secretario general hizo estos llamamientos de cara a la Cumbre de Líderes sobre el Clima que se celebrará virtualmente esta semana, bajo los auspicios de Estados Unidos, con miras a preparar planes más ambiciosos de reducción de emisiones antes de la 26ª cumbre climática que se celebrará en noviembre en Glasgow (Reino Unido).
El informe confirmó, como ya habían advertido estudios preliminares en diciembre, que el pasado año fue uno de los tres más cálidos de los que se tiene registro, junto a 2016 y 2019.
La temperatura media mundial en 2020 fue aproximadamente 1,2 grados centígrados superior a los niveles preindustriales (1850-1900), y ello pese a que en el pasado año se produjo el fenómeno de La Niña, que suele contribuir a un enfriamiento de las temperaturas.
«Estamos peligrosamente cerca del límite de 1,5 grados fijado por la comunidad científica» (en los Acuerdos de París), señaló Guterres, quien calificó el informe de «aterrador» y aseguró que su contenido «debe ser leído por todos los líderes mundiales».
Los seis años pasados, entre 2015 y 2020, fueron además los más calurosos de los que se tienen datos, y la desaceleración económica relacionada con la pandemia «no logró frenar los motores del cambio climático ni su cada vez mayor impacto», subrayó la OMM.
MENOS EMISIONES, PERO LA CONCENTRACIÓN DE CO2 SIGUE ALTA
Aunque la desaceleración económica derivada de la crisis sanitaria redujo temporalmente las nuevas emisiones de gases de efecto invernadero, ello no tuvo un impacto tangible en la concentración atmosférica de dióxido de carbono, uno de los principales causantes del calentamiento global.
Según la OMM, la concentración de CO2 en la atmósfera ya supera las 410 partes por millón, lo que supone un aumento del 148 % con respecto a los niveles preindustriales y una subida del 0,53 % con respecto a las mediciones publicadas hace un año, que se teme seguirá creciendo hasta un 0,9 % en 2021.
«La tendencia negativa en lo que respecta al clima continuará durante las próximas décadas, independientemente de los resultados favorables que obtengamos de las medidas de mitigación», vaticinó el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.
El informe recordó que muchas latitudes registraron el año pasado temperaturas récord, comenzando por los 54,4 grados registrados el 16 de agosto de 2020 en el Valle de la Muerte (California, EEUU), la cifra más alta de la que se tiene conocimiento en el mundo en los últimos 80 años.
También hubo récords nacionales de temperatura en países como Cuba (39,7 grados) o Japón (41,1 grados), e incluso en el Ártico siberiano se alcanzó un máximo histórico de 38 grados.
El hielo marino en el Ártico se redujo a su segunda menor extensión histórica de la que se tiene registro y en Groenlandia se perdieron unos 152 millones de toneladas de hielo, una cifra que todavía fue mayor en la Antártida.
Mientras el Sahel y el Cuerno de África sufrían graves inundaciones, el sur de ese continente, así como Argentina, Brasil y Paraguay, se vieron afectados por sequías, mientras Siberia, Australia y Estados Unidos fueron azotados por grandes y prolongados incendios forestales.
AÑO FATÍDICO DE HURACANES Y TIFONES
El pasado año hubo además una cifra récord de 98 tormentas tropicales, de las que 30, también un número sin precedentes, se produjeron en el Atlántico, mientras en el Índico el ciclón Amphan produjo unas pérdidas económicas récord de 14.000 millones de dólares en la India.
En el Pacífico, el tifón Goni llegó a las costas de Filipinas con vientos de 220 km/hora, una intensidad apenas vista hasta la fecha.
Los desastres naturales y la pandemia afectaron por partida doble a unos 50 millones de personas, según cifras de la Cruz Roja incluidas en el informe, en un momento en el que las operaciones de evacuación, recuperación y socorro se vieron dificultadas por los confinamientos y otras medidas tomadas durante la pandemia.
Pese a ello, el número de personas que tuvieron que migrar a causa de los desastres meteorológicos se calcula que no varió frente a años anteriores, en los que se calcula que se han superado como media los 23 millones de desplazamientos anuales motivados por fenómenos climáticos. EFE