El abuso en el uso de la tecnología, especialmente a través del móvil, desde edades tempranas, ocasiona una baja en el rendimiento global del sistema educativo, no solo a nivel individual, sino también en el deterioro de los vínculos sociales de los adolescentes, de acuerdo a una tesis doctoral presentada en la Universidad de Córdoba, España.
Así lo defiende María Castillo , autora del trabajo doctoral, que sitúa la edad media de adquisición del primer móvil en los 10,4 años y señala que el uso de tecnologías entre los 10 y los 18 años está por encima de las tres horas diarias.
Graduada en Magisterio con mención en Educación Especial por la Universidad de Córdoba, optó por abordar el uso y el abuso de la tecnología en adolescentes en su tesis doctoral, que recibió la calificación de sobresaliente cum laude, para ver cómo afectaba en el rendimiento de los niños.
«El rendimiento escolar va bajando con los años, siempre ha habido dos o tres que destacan a la baja en cada curso, pero ahora es verdad que la mayoría tiene unas notas medias y queríamos ver si influían las redes sociales, el que un niño pueda sufrir más o menos ‘bullying’ o el utilizar más tiempo los videojuegos», explica Castillo.
Su conclusión es clara: «El móvil baja muchísimo el nivel educativo en general». Y, asimismo, concluye que el nivel educativo actual es menor que hace veinte años por el uso de las tecnologías, lo que también afecta a las características de personalidad.
El origen del problema lo sitúa con claridad en quienes dan acceso al instrumento por el que los menores acceden a estas tecnologías, principalmente el teléfono móvil. En este caso, son los padres quienes entregan estos instrumentos para que les dejen tranquilos, debido a que los niños se distraen con el móvil, lo que hace que en una reunión familiar o de amigos el niño no les moleste.
“Para evitar estar regañando y estar detrás de los niños, los padres regalan el móvil o la tecnología que sea, inconscientemente, sin saber los riesgos que eso ocasionan. El teléfono podría ser de uso normal a partir de los 15 o 16 años”, señala Castillo.
Por eso la solución no pasa, en su opinión, por las charlas que se imparten en los centros escolares, en las que «los niños desconectan», sino en intervenir sobre los padres y que sean conscientes de que un móvil no es tan necesario a una edad tan temprana.
Además del rendimiento escolar, que ella constata en el colegio público en el que ejerce como docente en Córdoba, existe otro elemento perjudicial del uso del móvil, tabletas o videojuegos, como es «el perder vínculos afectivos con compañeros y amigos».
Castillo destaca que solo se comunican vía internet con personas que además ni conocen.
“Pierden muchos vínculos con las personas reales, es todo digital y no creo que cuando lleguen a los 20 años les surjan amigos de la nada si ya llevan tiempo perdiendo ese vínculo», agrega.
Para Rosario Ruiz-Olivares, profesora del Departamento de Psicología de la Universidad de Córdoba y directora de la tesis, el trabajo de investigación aporta innovaciones importantes sobre el uso de la tecnología en los adolescentes de 10 a 18 años.
Según explica Ruiz, además de su «uso intensivo» está su carácter «problemático» y el hecho de que «los más jóvenes reconocen que cuando usan el móvil o internet tardan más en comer, se acuestan más tarde o tienen menos tiempo para hacer actividades de ocio».
A su juicio, otra de las grandes aportaciones de este trabajo es que se ha observado que los niños que son más introvertidos, oposicionistas y con falta de responsabilidad tienen más probabilidad de presentar un uso problemático de la tecnología.
El trabajo de campo se llevó a cabo sobre un universo de 781 adolescentes de cuatro centros educativos de la provincia de Córdoba, de los que el 90,5% tienen móvil y el 18,6 usan el de los padres. (EFE)- (I)