Los compromisos internacionales en el presente siglo han estado marcados por una agenda basada en la sostenibilidad, entendida esta como aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras, para satisfacer sus propias necesidades.
Muestra de ello han sido iniciativas como los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015), los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015-2030), y el Acuerdo de París (2015), cuyo objetivo principal radica en brindar una respuesta ante la amenaza del cambio climático a través de mantener el aumento de la temperatura mundial en el presente siglo, por debajo de 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales.
En este marco de obligaciones internacionales, muchos Estados han puesto en marcha iniciativas que permitan mejorar su tecnología y sus capacidades para cumplir con este propósito, muestra de ello fue el caso español que, en 2020, a través del Real Decreto 2/2020, creó el “Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico”, el cual entre sus propósitos tiene el de diseñar y ejecutar la política para la lucha contra el cambio climático y la prevención de la contaminación.
Para el caso español, Ernest García (Universidad de Valencia) señalaba que la transición ecológica, supone un proceso de cambios en los sistemas de producción y consumo, formas de vida, valores, en vista que las actuales son muy contaminantes y cambiarlos por otras sostenibles, sin que ello implique modificaciones drásticas del orden económico, político y democrático. Por ello, concluye que es un reto necesario, pero complejo de realizar.
Mientras que, en el caso ecuatoriano, a través de Decreto Ejecutivo No. 59, se cambió el nombre de la Autoridad Ambiental y del Agua, a “Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica”, y se declaró prioridad nacional el desarrollo sostenible.
En un Estado Constitucional de Derechos y Justicia como el ecuatoriano, en el cual la Naturaleza es sujeto de Derechos, y el Sumak Kawsay se toma como modelo de desarrollo, habría de preguntarse, ¿De qué manera se articulará las nuevas prioridades del Ministerio?
Más allá, del golpe de efecto que puede generar un nuevo nombre o marca, los retos ambientales en el Ecuador no pueden esperar, y es necesario que el Ministerio se apoye en las ONG, GAD, academia y en las empresas privadas responsables con el ambiente, así como se destine el financiamiento necesario para poder atender con la prioridad que se merecen estos asuntos. (O)