El término gobernabilidad se viene usando con mayor frecuencia en el país, ya sea para referirse a la inestabilidad del sistema político expresada en 21 Constituciones, constantes reformas electorales, intervalos dictatoriales, caciquismo en partidos, inestabilidad de gobiernos como la del periodo 1995-2005, o también para referirse a un constante estado de insatisfacción social que deviene en estallido social o el deterioro rápido de los regímenes de turno.
La verdad es que la crisis de gobernabilidad se ha expresado en la pérdida de legitimidad de los gobiernos, creciente hartazgo y apatía política, frecuentes Estados de excepción, volatilidad del voto y mayorías fugaces, corrupción política, abstencionismo y nulidad del voto, votación por rechazo del otro, incredulidad en las instituciones políticas y en la justicia, desvalorización de partidos políticos, débil participación ciudadana, erosión ideológica y oportunismo, y débil representación política. Una especie de ingobernabilidad crónica y estructural (sistémica) se perfila como realidad.
En este sentido, la gobernabilidad no puede confundirse con la sumisión del pueblo frente a los gobiernos oligárquicos mediante la fuerza represiva o por la utilización de la propaganda política o el engaño al estilo fascista por gobiernos populistas autoritarios o por gobiernos neoliberales legitimados por organismos internacionales que responden a los intereses del capital financiero mundial.
Por lo tanto, la gobernabilidad antes que ser un fin en sí mismo (sostenerse en el poder), debe ser el resultado de una gestión democrática de un gobierno respetuoso de los derechos, que mire por la población empobrecida y no por las élites sociales, redistribuya la riqueza, que maneje con honradez, transparencia y sin despilfarro los fondos públicos, que haga de la constitucionalidad y la legalidad una conducta cotidiana de la administración pública, que pase de los ofrecimientos de campaña a la acción consecuente, tenga visión estratégica y contribuya a salvar al planeta, la naturaleza, la biodiversidad, las fuentes de agua.
Estamos hablando de la gobernabilidad como resultado del bienestar social y la salud integral de los ciudadanos, y que alguna vez se haga de la soberanía popular una realidad. (O)