Los primeros tests de ADN para conocer la ancestralidad de las personas elaborados en Latinoamérica llegan a Uruguay, donde, pese a los marcados lazos sanguíneos con la ola de inmigración europea de fines del siglo XIX, buena parte de la población tiene antepasados indígenas. Con una acción tan simple como la de frotar un hisopo por el interior de una mejilla se desencadena un proceso tan complejo como el de estudiar el material genético alojado en las células que permite a los científicos saber desde qué tan sensible a la cafeína es hasta de dónde son los antepasados de una persona.
Di Lazzaro, médico y bioquímico con un máster en Genómica Humana por la Universidad de Sao Paulo (Brasil), fundó Genera junto a su socio André Chinchio en 2010 para ofrecer una alternativa, ya que, dice, en ese momento no había empresas suramericanas que ofrecieran un test de ancestralidad. Para el cofundador de Genera, si bien hay quienes temen saber su predisposición genética a enfermedades como alzheimer, párkinson o cáncer —que forma parte del test completo de Ancestralidad, Salud y Bienestar que Genera ofrece por 149 dólares—, los «pros» ganan a los «contras».
Sobre los datos de salud, remarca que el test puede revelarte datos como intolerancia a la lactosa o predisposición a tener una vitamina B6 más baja, lo que acarrea la oportunidad de cambiar hábitos alimenticios o buscar el tratamiento adecuado.
A futuro, al tiempo que aspira a alcanzar una meta de concretar 10 millones de tests en Latinoamérica en cinco años, Di Lazzaro enfatiza la importancia de trazar un «mapa genético» de la región junto a diversas universidades. Hay una representatividad baja de datos genéticos de personas de Latinoamérica; entonces, va a ser muy importante para desarrollar nuevas escalas de riesgo o nuevos análisis más específicos. (O)