El próximo 1 de septiembre arrancará el año escolar 2021-2022 en la Sierra y la Amazonía, y con él llega una serie de lineamientos elaborados por el Ministerio de Educación que busca impulsar el retorno de los estudiantes a las aulas a través del Plan Institucional de Continuidad Educativa (PICE).
Para el regreso paulatino, las instituciones educativas fiscales, fiscomisionales y particulares deben cumplir con los siete pasos que componen al PICE, entre estos: calcular el aforo, tener el aval de la comunidad educativa, contar con una planificación de asistencia y establecer el tipo de transporte que usarán los estudiantes.
La decisión de enviar a los niños, adolescentes y jóvenes, según la ministra de Educación, María Brown, continuará siendo voluntaria. Sin embargo, en algunas instituciones, principalmente particulares y comunitarias, se está incentivando a que los padres y representantes acepten el retorno de los estudiantes.
Hasta el momento, de acuerdo a los datos de la coordinación zonal 6 del Ministerio de Educación, 732 establecimientos educativos ya tienen su PICE aprobado en Azuay, Cañar y Morona Santiago. No obstante, eso no significa que todas ellas empezarán a ofertar las clases semipresenciales el 1 de septiembre.
Cada institución, con su plan aprobado, tendrá la facultad de reiniciar las clases en las aulas, siempre y cuando haya una coordinación con los órganos competentes y con las familias.
“Las instituciones nos informan a nosotros y nosotros iremos haciendo los seguimientos respectivos porque estamos apoyados tanto con asesores, auditores, algunos departamentos como administración escolar porque ellos hacen la revisión de bioseguridad”, explicó Johanna Abad, coordinadora zonal 6 del Ministerio de Educación.
Superar retos
Tras una pausa necesaria, los profesores del régimen fiscal regresaron la semana pasada a cumplir con su trabajo. Hasta que inicien las clases, los maestros están elaborando las pruebas de diagnóstico y las planificaciones pedagógicas que deberán cumplirlas en los 200 días que dura el año escolar para los estudiantes.
Lo que se avecina, para los profesores, será un reto. Por lo menos eso piensa Eulalia Mendieta, quien tiene a cargo alrededor de 150 estudiantes en sus materias de contabilidad, emprendimiento y tributación.
“Va a ser un reto, porque este año será diferente a cuando empezamos el año anterior con la pandemia. Los estudiantes se han convertido en oyentes que no tienen ánimo de participar por el mismo hecho de estar en la virtualidad”, opinó Mendieta para diario El Mercurio.
La pantalla y el encierro no pueden compararse con lo que se vivía hasta antes de marzo de 2020 en las aulas, en donde el profesor podía ver al estudiante e interactuar con él. Por ello es que el Ministerio de Educación ha impulsado la reapertura de las escuelas y colegios.
Además de la reanimación de los alumnos, otro desafío para los docentes será cumplir con el sistema híbrido que ha propuesto el Ministerio de Educación para el nuevo año lectivo. Por un lado estarán los estudiantes que sí asistirán a la presencialidad en ciertos días, y por el otro estarán los que preferirán continuar en la virtualidad.
Con ello, los docentes tendrán grados divididos. Es decir, preparar clases para los que asisten y no asisten.
“Vamos a tener una mezcla de todo. Tendremos que repetir las clases para los estudiantes que irán al colegio, para los que quieren seguir en la virtualidad y para quienes no pueden ni lo uno ni lo otro.”, dijo Frank Ríos, docente de informática.
Para Ríos, ese sistema será difícil de seguir si no se cuenta con una planificación clara o con las herramientas necesarias como las que tienen algunas instituciones particulares de Cuenca, las cuales han adquirido cámaras y han aumentado la velocidad de internet para transmitir en vivo la clase (que se está dando en la presencialidad) a los estudiantes que están detrás de una pantalla.
No obstante, en un principio, según la coordinadora zonal 6 del Ministerio de Educación, es que los días que asistan los estudiantes, que puede ser una vez por semana, sea un espacio distinto a lo pedagógico, que esté relacionado a lo lúdico y lo emocional.
“Los otros días se van a mantener, en cambio, ya los aspectos en cuanto a contenidos, asignaturas en horarios específicos, con modalidad en línea. Entonces no es que el docente va a hacer este doble trabajo”, dijo la coordinadora.
Si la institución, luego del regreso paulatino, quiere aumentar los días de presencialidad para ofertar clases regulares, podrá solicitarlo cuando cumpla con la organización solicitada en el PICE por el Ministerio de Educación
Reestructuración
Mientras los docentes preparan sus clases, el personal administrativo de las instituciones fiscales que pretenden ofertar la semipresencialidad elabora los planes para distribuir a los alumnos en los distintos horarios y días.
Desde ayer, la coordinación de la zona 6 empezó a compartir los nuevos lineamientos para este año, ya que todas las instituciones deberán reestructurar el PICE con base a los siete pasos establecidos por el Ministerio de Educación.
Entre las que se alistan está la Unidad Educativa del Milenio de Victoria del Portete. La institución ya tuvo una primera prueba el 7 de junio, cuando optó por finalizar el año lectivo 2020-2021 con la presencialidad.
Según su rector, Jorge Reyes, los padres quieren que sus hijos regresen a las aulas, pero, para ello, se necesita una planificación que cuide la integridad de los estudiantes, docentes y padres de familia.
Por el momento, lo que propone la unidad educativa es un programa educativo 4/1: cuatro días de clases presenciales y un día de clases presenciales.
“Lo que queremos es que un día vengan, por ejemplo, tercero y cuarto, y mañana quinto y sexto… Muchos de los docentes están de acuerdo con regresar a la institución porque tienen contacto con el estudiante, conocen de cerca cómo va el aprendizaje en los conversatorios”, dijo Reyes.
Con todo ello, este año lectivo se desarrollará por las decisiones de las unidades educativas a través de sus planes de funcionamiento y de las familias, quienes tendrán la última decisión de enviar o no a los estudiantes a las aulas. (I)