El 30 de noviembre de 1981, la asamblea general de la ONU declaró que el tercer martes del mes de septiembre de cada año, sería proclamado y observado oficialmente como el Día Internacional de la paz; dedicado a conmemorar y fortalecer los ideales de paz en cada nación, cada pueblo y entre ellos.
Por un dólar que la ONU emplea en sus misiones de paz, el mundo invierte $ 2.000 millones en gastos de guerra; de cada 10 armas que se venden en el planeta EEUU fabrica cinco, y Gran Bretaña dos. EEUU destina más de $1.000 millones por día ejecutando el mayor presupuesto militar de la historia.
Irónicamente la ONU, organización creada precisamente para velar por la paz entre las naciones, tiene su sede en New York, la misma que podría doblegarse ante la voluntad de un país miembro.
La guerra se ha caracterizado como una versión armada de la política y de la diplomacia llevada a cabo por otros medios. La guerra es innegablemente un mal y un peligro para la dignidad de la vida. En el mundo moderno, la guerra y los preparativos bélicos parecen estar estrechamente relacionados con las necesidades económicas.
En mi criterio, tanto los totalitarismos vengan de donde vengan, así como el sistema socioeconómico globalmente impuesto, fomentan al máximo el egoísmo, la codicia y las ansias de poder, hacen criminales a los mansos, y asesinos a los hijos de la paz. Muchos hermanos nuestros, desde niños claman por un mendrugo de pan en nombre de la misericordia y el amor, con todas las fuerzas de su voz, y les es negado, y entonces los años implacables convierten al joven en un ladrón, asesino, en el destructor de almas, en kamikase.
¿Qué es la paz?, ¿se encuentra en las almas en ruinas de los hambrientos que duermen en los suelos, suspirando por un bocado de alimento que a otros les sobra?, ¿se halla en un país donde reina la demagogia, donde los gobernantes y los políticos manipulan la palabra, la pervierten y la utilizan como arma arrojadiza?
La paz no nace por decreto o generación espontánea, se los edifica día a día, sobre la verdad y la justicia que son sus bases sólidas.
La mejor manera de celebrar el día de la paz es hacer algo, para modificar la naturaleza fundamental de la economía, de suerte que ésta, ya no sea un estímulo de la guerra. En la próxima fase de la historia, la humanidad tendrá que esforzarse para asegurar su subsistencia; habrá que estabilizar la economía del mundo, detener la explosión demográfica y hacer revivir la religión, así que tenemos por delante bastante trabajo por cumplir. (O)