La capacidad de razonar unida a la creatividad ha hecho que nuestra historia, en buena medida, sea la secuencia de cambios tecnológicos de diversa índole para satisfacer necesidades. Muchos de los cuales han incidido en la organización social y pautas de conducta de sus integrantes. Estas manifestaciones de creatividad tecnológica están siempre funcionando. Aunque se crea que su implantación genera cambios inamovibles, continúan las investigaciones para facilitar las relaciones sociales e interpersonales propias de la vida colectiva. En los tiempos que vivimos la aparición y creciente difusión de la informática ha creado condiciones nuevas de vida.
Este cambio en el ordenamiento social tiene indiscutibles ventajas. Su operatividad en la pandemia que hemos vivido está a la vista. Al tener que cerrarse los centros educativos, no se paralizó la formación académica. Desde sus casas, los estudiantes de todos los niveles pudieron continuar el proceso, con las ventajas y desventajas del caso. Los seres humanos al ser libres para tomar decisiones, pueden hacer uso positivo o negativo, lo que ha hecho que desde muy lejanos tiempos algunos recurrieron a las nuevas tecnologías para causar daño a los demás. Afirmar que la delincuencia es tan antigua como el ser humano, no es una exageración. El caso del asesinato perpetrado por Caín a su hermano Abel en el mito bíblico es un claro ejemplo.
Con más frecuencia, la prensa informa de delitos cibernéticos. Los hackers –Personas con grandes conocimientos de informática que se dedica a detectar fallos de seguridad en sistemas informáticos– cobran creciente celebridad cuando estas habilidades las dedican a cometer delitos desde estafas comunes hasta manipulación de grandes instituciones económicas y políticas. Así como la complejidad de la informática y cibernética avanzan mejorando la seguridad, avanza las de burlar estas precauciones como ha ocurrido en todos los tiempos. (O)