El Plateado, un lugar que guarda varios encantos

Para muchos, todavía El Plateado es una zona desconocida, un lugar al que falta descubrir, un sitio que solo se ve desde lejos. Todo lo contrario sucede con la gente que creció en los alrededores del cerro que se emplaza en la parroquia Nulti.

Los vecinos de El Plateado saben, por ejemplo, que allí hay un yacimiento geológico y arqueológico; que su fauna, que surge entre el suelo pétreo, tiene una característica especial; y que sus espacios sirven para olvidarse de la premura de la ciudad. Y ello es tal cual.

Al ascender al cerro, los visitantes se topan con una meseta que se inclina, con suelos de piedra deformados por la fuerza del agua, y con la vegetación: orquídeas, flores y un poco de llano que trata de sobrevivir entre las zonas áridas.

A pesar de ser una zona rocosa, hay varias especies de plantas

Y entre todo esto, si hay la fijación necesaria, se ve el paso del tiempo en el lugar, en donde, según el Gobierno Autónomo Descentralizado de Nulti, se encontraron dientes de hipopótamo americano, dientes faunísticos no identificados y pedazos de troncos convertidos en piedra.

Más allá, al adentrarse a El Plateado, se encuentra uno de los espacios que más llama la atención de las personas que ya lo conocen: sus grietas. Al entrar allí (acción que no es fácil si no se cuenta con los implementos necesarios) se ve la roca con formas onduladas, húmedas, cubierta de un musgo verde.

“Cuando éramos niños sabíamos lanzar una piedra grande desde arriba y el agua que estaba dentro de estas cuevas nos mojaba”, recordó Miguel Flores, un habitante de Nulti que mira a El Plateado como un objeto natural y bello.

Las grietas son una de las atracciones que más visitan los que conocen lugar. Xavier Caivinagua/El Mercurio

Cuidar el paisaje

Además de aquellas grietas en donde el agua de la lluvia y el agua de Apangoras, una quebrada que pasa por El Plateado, se empoza, hacia los bordes del cerro hay un mirador desde el que se puede ver a la ciudad que se sigue extendiendo hacia Chaullabamba, Challuabamba y la parroquia Llacao.

Y, cuando está despejado, hacia el norte se observa el imponente Cojitambo y una gran parte de la ciudad de Azogues y las montañas que la rodean.

Por esa misma zona también se ven a ciclistas que escogen a El Plateado por sus pendientes pronunciadas, sus senderos angostos y los caminos de piedra para practicar ciclismo de montaña.

Y, quienes no miran hacia abajo o practican el ciclismo, están caminando para despejarse un poco.

“Cuando llegó la pandemia nosotros empezamos a venir a El Plateado porque es un lugar abierto, grande, en el que se puede caminar y disfrutar. En este tiempo medio difícil lo hemos conocido”, opinó Samanta Palacios, una visitante asidua del lugar

Y, así como Samanta, hay muchas personas que descubrieron a El Plateado en medio de la emergencia sanitaria, que hizo que la gente prefiriera los lugares naturales, los lugares alejados de la ciudad y de las aglomeraciones.

No obstante, si bien aumentaron los visitantes, y ello, de alguna manera ayudó a la economía de Nulti, El Plateado, al no estar protegido más que con los cerramientos del crecimiento inmobiliario, fue afectado con basura, rayones en las grietas y pisadas en la poca vegetación.

Por esa razón es que algunos vecinos, y sobre todo quienes crecieron en El Plateado, continúa siendo urgente protegerlo, por un lado, de la extensión urbana, y, por el otro, de los malos visitantes. (I)

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba