La peligrosa infoxicación
¡Mami, supiste lo de Ucrania! Fue la expresión de mi hijo hace unos días atrás. En una actitud que fusionaba el interés con la preocupación, sus ojos no se despegaban de la aplicación de Twitter que seguía con especial atención. En mi experiencia de búsqueda de contenido noticioso, es fácil seguir un patrón, que con toda seguridad mi hijo también hacía. De Twitter se pasa al Youtube y luego a los portales Web con imágenes impactantes de los primeros bombardeos, heridos y fallecidos. Luego a Facebook Watch para ver las coberturas en vivo desde la zona de mayor conflicto. Algunos jóvenes terminarán en Tik Tok viendo cuentas, oficiales o no, que comenten en breves resúmenes las 5 noticias más importantes sobre Ucrania. No sería nada raro que terminemos enfrascados unas dos o tres horas diarias expuestos al dolor y preocupación que siempre involucra un conflicto bélico.
Si años atrás debíamos esperar a las noticias de la noche para en 30 minutos informarnos sobre el conflicto bélico, hoy esa información está las 24 horas al alcance de la mano (literal), con el peligro de acceder a información que no siempre será contrastada, que nos reduce a burbujas donde se confirmarán nuestros sesgos ideológicos por la exposición selectiva que los algoritmos generan.
La sobrecarga de información o infoxicación, es el término que se ha vuelto popular en el contexto de la sociedad de la información. Se trata de una condición provocada por la ansiedad ante la excesiva cantidad de contenido que se genera y se distribuye rápidamente por la Internet. A su vez, debido al acceso masivo a la información, a partir de redes sociales, blogs, y páginas web, el usuario termina superado por la cantidad de datos que le resulta imposible procesar, lo que genera como resultado mayor ansiedad, desinformación o tergiversación del contenido.
De la misma forma que curamos una intoxicación o el tradicional empacho carnavalero, la infoxicación requiere una dieta y prácticas de acceso a la información más adecuadas. Escoger pocos y buenos proveedores de noticias, que sean medios de comunicación con credibilidad demostrada o con diferentes encuadres. Hacer listas en Twitter o programar ciertas cuentas para que sean las primeras en mostrarse. Decidir tiempos específicos para buscar información de manera que exista mayor control de las horas de frustrante navegación. Seleccionar y eliminar de las búsquedas el contenido que pueda ser más agresivo para la sensibilidad mental.
Los tiempos nos exigen adquirir competencias mediáticas adecuadas para cuidar nuestra salud mental y, si bien la exposición al dolor de un conflicto bélico es inevitable en un momento como el que se vive por la delicada situación en Europa, es importante que cuidemos que la información recibida no nos conduzca a una mayor ansiedad provocada por la popular infoxicación. (O)