En esta ocasión, el doctor Oswaldo Encalada Vásquez, nos honra con el lanzamiento de sus obras: “El Chazo. Una realidad étnica y cultural en el austro ecuatoriano”; y también con la obra: “Los vestigios de la lengua Puruhá”. Me referiré a la primera.
Este aporte científico, no solo étnico y cultural, sino también antropológico y lingüístico, amplía el conocimiento del campesino representativo de la región conocido como: “chazo” (en la región sierra-sur), como “chagra” (en la región sierra centro-norte) y como “montubio” (en la costa). Para hacer un acercamiento a este particular personaje, Oswaldo Encalada se remite siglos atrás, donde el aislamiento de la ciudad de Cuenca tenía una marcada diferencia en el regionalismo, la lengua y sus contrastes; es, entonces, cuando comprendemos la oposición entre “civilización” y “rusticidad”.
El autor, acompañando su narración con un análisis argumentativo- reflexivo, demuestra que el uso de estos términos (chazo, chagra y montubio), ha llevado consigo, a través de la historia, una carga peyorativa que todavía subsiste.
Este estudio que se hace desde varias perspectivas del significado de chazo, es pertinente, ya que da fe de las transformaciones de conceptos socioculturales que, a la vez, también identifican a un pueblo.
El propósito de Encalada es exponer el escenario histórico de esta identidad eludida, ignorada, marginada. También, nos llama a meditar que, aunque la exclusión social del chazo es evidente hasta la actualidad, su presencia es una pieza clave en la genealogía de nuestras generaciones.
De ahí que es oportuno revisar una y otra vez las líneas de este texto desde los distintos campos investigativos, y reflexionar sobre el antagonismo que supuso el inicio de un persistente conflicto social histórico, que sigue presente. (O)