El científico chino He Jiankui, que saltó a la fama a nivel mundial a finales de 2018 tras afirmar que había conseguido crear bebés manipulados genéticamente para resistir al VIH y que fue condenado a tres años de cárcel por ello, fue liberado por las autoridades, según varios medios.
El diario privado hongkonés South China Morning Post aseguró anoche que consiguió contactar por teléfono con He, quien únicamente dijo: «No es conveniente que hablemos ahora, gracias», y colgó.
La primera noticia de su liberación la había dado la publicación estadounidense MIT Technology Review el lunes, citando a fuentes anónimas conocedoras de la situación del científico.
He, profesor de la Universidad Sureña de Ciencia y Tecnología de la ciudad suroriental de Shenzhen hasta su despido en enero de 2019, fue condenado en diciembre de ese año a 3 años de prisión por su experimento, así como a pagar una multa de 3 millones de yuanes (471.500 dólares, 432.300 euros).
Del experimento de He, llevado a cabo mediante la técnica de edición genética CRISPR/Cas9, nacieron tres bebés: en 2018, dos gemelas llamadas Lulu y Nana, y el año siguiente, otra llamada Amy.
En su última aparición pública, en una conferencia en la Universidad de Hong Kong en noviembre de 2018, el científico se mostró «orgulloso» de su trabajo y recalcó que su estudio no tenía el objetivo de eliminar enfermedades genéticas sino de «dar a las niñas la habilidad natural» de resistir a una posible futura infección del VIH.
Según Eben Kirksey, profesor del australiano Instituto Alfred Deakin, citado por South China Morning Post, las ocho parejas que participaron del experimento lo hicieron porque estaban «desesperadas» por tener hijos, pero la ley china les prohibía emplear técnicas reproductivas como la fecundación ‘in vitro’ por padecer de enfermedades de transmisión sexual.
CHINA REVISÓ SUS NORMATIVAS TRAS EL ESCÁNDALO
El veredicto del caso aseveró que ni He ni dos ayudantes -también condenados, aunque con penas de prisión en suspenso- estaban «cualificados» para trabajar como doctores y que «violaron conscientemente las regulaciones y principios éticos» del país sobre este tipo de prácticas.
Según informó entonces la prensa oficial, el equipo falsificó un certificado de revisión ética esquivando a los supervisores, reclutó investigadores y recaudó fondos por su cuenta para que He pudiera llevar ilegalmente a cabo su estudio con el objetivo de «conseguir fama personal y ganancias».
Más de 120 académicos de la comunidad científica china hicieron una declaración conjunta en la que señalaron que «cualquier intento» de hacer cambios en los embriones humanos mediante modificaciones genéticas era «una locura» y que dar a luz a estos bebés conllevaba «un alto riesgo».
El escándalo llevó a las autoridades chinas a revisar sus normativas al respecto de la modificación genética en humanos, que ahora exigen una aprobación de nivel nacional para investigaciones clínicas en ese campo o en otras «tecnologías biomédicas de alto riesgo».
Asimismo, a finales del mes pasado, antes de la liberación de He, el Gobierno chino publicó unas nuevas directrices de reforma de los procesos de revisión ética en áreas como ciencias de la vida, medicina o inteligencia artificial. EFE