Habrá excepciones, pero todos recuerdan al maestro, ese ser humano lleno de convicciones, de haber nacido con vocación para serlo, dispuesto a superarse siempre; también a soportar incomprensiones, los gajes de su sabio oficio, cuando no las bajas remuneraciones y hasta atosigamientos.
Este 13 de Abril los maestros de Ecuador celebraron su Día. Con seguridad, cada alumno saludó al suyo en el aula; los más pequeñitos, dibujándolos; cantándoles, otros; estrechándoles las manos otros, diciéndolos, a lo mejor, “feliz día ‘profe’”.
Pero muchos otros, muchísimos, recordaron a sus primeros maestros, con cuya paciencia y pedagogía innata aprendieron a garabatear sus primeras letras, los primeros números.
También por los consejos oportunos, ni se diga por los llamados de atención, por exigirles cumplir sus deberes y obligaciones; en fin, por enseñarles, incluyendo a dudar de lo enseñado.
Razones sobran para celebrar a los maestros ecuatorianos, cuyas destrezas y ánimos por no dejarse vencer por la tecnología las sacaron a flote durante el confinamiento a causa de la pandemia.
Todavía en el país, debido a la falta de transporte o a vías de tercer orden, muchos maestros viajan horas y horas hasta llegar a sus escuelas o colegios.
Sí, aún hay planteles con precaria infraestructura. En muchos sectores rurales perduran las escuelas unidocentes. Aquí los maestros deben multiplicarse para impartir clases en dos y hasta en tres grados a la vez. Esto es parte de la realidad educativa del país, cuando ya se ha consumido casi un cuarto de siglo XXI.
La celebración -vale decirlo- coincide en momentos traumáticos para el país: violencia, intolerancia, corrupción ya ni siquiera solapada sino de frente, falta total de valores, de civismo, de un no buen aprovechamiento de la tecnología, de exageradas y perniciosas permisividades hacia los educandos.
“Educad a los niños y no tendréis que castigar a los hombres”, cobra mayor vigencia si queremos un Ecuador de honradez, de decoro, de ética. Ustedes, maestros, pueden, deben contribuir a cumplir ese sueño.