El paso de Loly García, coordinadora general de enfermería es largo y ligero. No es para menos, está acostumbrada a vivir un acelerado ritmo de vida, en el “corre corre”.
Durante 30 años (17 como operativa, rotando en turnos de la mañana, tarde y noche, y 8 años como supervisora) ha recorrido los pasillos del hospital José Carrasco Arteaga (HJCA) brindado su ayuda a miles de pacientes.
Esta profesión es una de las más sacrificadas al considerar que en la salud no hay descanso. Literalmente se desvelan por sus pacientes 24 horas al día, siete días a la semana, no tienen horario ni fechas en el calendario.
“En este día especial queremos rendir homenaje a la enfermera y al enfermero por ese gran esfuerzo, trabajo y compromiso en el cuidado de los pacientes, no solamente asistencial, ya que también cumplimos un trabajo administrativo, docente e investigativo”, dijo.
Muchas veces, inclusive su función va más allá, sostiene García, quien lleva con mucho orgullo la cofia como parte de su blanca e impecable vestimenta.
“Somos multifacéticos. Nos convertimos en psicólogos, trabajadores sociales, médicos, abogados, sacerdotes, porque nosotros nos inmiscuimos en los problemas del paciente, que no solamente viene enfermo físicamente sino también de alma; y es ahí donde nosotros actuamos, ese es nuestro diario vivir: ayudar a nuestros pacientes, dándoles una atención de calidad y calidez porque viene necesitados de una palabra de aliento”.
No obstante, la mayor satisfacción de las enfermeras es entregar al paciente sano y salvo a su familiar, destaca Loly, quien lamenta que muchas veces esta profesión no es valorada como tal. “Sin embargo, nosotros como profesionales nos quedamos tranquilos porque damos lo mejor de nosotros, entregamos por completo nuestro corazón y conocimientos”.
Para Loly, uno de los dolores más grandes que ha sentido en su carrera es cuando se tiene que entregar un paciente a sus familiares envueltos entre sábanas (fallecido); pero esta tristeza es compensada de alguna manera con la sonrisa de agradecimiento de las personas que en cambio reciben el alta.
A pesar de formar parte del personal administrativo, confiesa que todos los enfermeros tienen una hora de entrada pero no de salida; pues ante todo está el compromiso, la vocación y la satisfacción del deber cumplido.
“Amo mi profesión, amo lo que hago y si volvería a nacer sería enfermera otra vez…Decía un sabio autor que invertir en enfermería es avanzar en salud; que no seremos ángeles, pero creo que sin duda los más cercanos”.
Rompiendo esquemas
En los hospitales no es muy común observar a enfermeros. Esta profesión generalmente estaba dirigida para mujeres.
Cristian Quito es uno de los profesionales que se desempeña en este campo, rompiendo esquemas, estereotipos y paradigmas. “Cada vez más varones se suman a esta bonita carrera, a tal punto que puede decirse que actualmente hay 25 % de hombres y 75% de mujeres”.
Comparte que los pacientes muchas veces se confunden y le dicen “doctor”; pero él siempre les responde: “No soy médico, soy licenciado en enfermería. Lo digo con mucho orgullo”.
Asímismo sostiene que la enfermería, antes se encontraba en segundo plano; ahora y a raíz de la pandemia, en donde estuvieron en primera línea, se ratificó que esta profesión es uno de los pilares fundamentales de la salud. “Nuestro trabajo por ahora está siendo reconocido”, expresa.
De igual manera destacó el rol de los enfermeros que prácticamente pasan las 24 horas con los pacientes, pero dice que como en las diferentes profesiones, todo tiene su recompensa. “Es muy gratificante cuando los pacientes salen con el alta y una sonrisa amplia en sus rostros”.
Quito, quien trabaja 11 años como enfermero (siete en el HJCA) y tiene un hijo que también quiere seguir esta carrera, labora en turnos rotativos de 12 horas en diferentes áreas, por lo que se da modos para dividir su tiempo. “Prácticamente tengo dos familias: la una adentro y la otra afuera del hospital”.
Veladas y sacrificios
Jessica Durán celebró el Día Internacional de la Enfermería como no podía ser de otra manera: trabajando y entregando lo mejor de sí a sus pacientes.
El reloj marcaba las 07:00 de este jueves 12 de mayo, una hora habitual de entrada al trabajo para la mayoría de personas, pero no para la profesional de la salud que recién salía de su turno de velada de 12 horas.
Sus ojos reflejan cansancio, pero su sonrisa demuestra amor por esta profesión. “En este día especial de la enfermería tenemos sentimientos encontrados, puesto que nos sentimos felices por la labor que hacemos; pero, por otro lado sentimos las carencias que tiene nuestra carrera a la que le hace falta el reconocimiento que se merece”.
Jessica, quien tiene 27 años, cuenta que comparten el día a día con los pacientes para que su tratamiento culmine de manera favorable. “A enfermería siempre le ponen como un complemento de otra profesión ya conocida, pero no es así, más bien implica trabajo multidisciplinario en equipo. Damos nuestro pensamiento crítico y somos los responsables de la segunda parte del tratamiento de los pacientes”, añade.
La profesional de la salud detalla que en cada turno realizan diferentes labores. En el día, por ejemplo, sacan las indicaciones y cuidados que deben tener los pacientes, además de dejarles preparando toda la medicación para el turno de la tarde.
Adicionalmente se encargan de administrar la medicación y brindar los cuidados a los enfermos, así como de la parte administrativa. “Como seres humanos sentimos cansancio, pero, a la vez, la responsabilidad nos hace mantenernos vigentes. Debemos estar siempre atentos ya que los pacientes generalmente se descompensan en las noches”.
En esta profesión se realiza un gran sacrificio, reconoce. “Desde hace años me he perdido algunos momentos en familia, pero es la profesión que escogí”, sostiene la enfermera con algo de nostalgia.
Jessica quiere seguir creciendo profesionalmente; pero dice que lamentablemente en la ciudad no hay postgrados en las áreas que requiere, tales como cuidados intensivos o instrumentación quirúrgica. (I)
EL DETALLE
-Florence Nightingale, la dama de la lámpara es considerada la madre de la enfermería moderna. Nació el 12 de mayo de 1820 en Florencia-Italia.
LA CIFRA
435
Profesionales de enfermería tiene el hospital José Carrasco Arteaga.