Inseguridad al caminar, al trotar, al salir al parque o a cualquier lugar. Inseguridad en todo momento. Al dejar la casa y el vehículo en una avenida de la Ciudad. Ausencia de seguridad al usar el transporte público en cualquier espacio de nuestra Cuenca.
No es la cárcel de Turi y nada más. Pasa por la ausencia de gestión estratégica y combativa en entregar a Cuenca políticas claras que atiendan a los problemas de una delincuencia creciente. Los homicidios han crecido, así como los secuestros, robos y fallecidos por hechos de violencia.
Los resultados que las autoridades entregan no pueden caer en el conformismo de reclamar y pedir. O de marchar y nada más. Hay que articular una estrategia financiera que dote a la ciudad de iluminación, botones de auxilio, policía sí, pero, ante todo, una capacidad clara de articulación entre distintos actores de la sociedad.
Claro que Cuenca se encuentra en índices muy bajos frente a la criminalidad de otras ciudades, sin embargo, aquello no puede hacer caso omiso a la delincuencia organizada y dispersas acciones que se toman para este fin. Hay incertidumbre en todos los espacios, estamos perdiendo lo que tanto costó conseguir: la paz y tranquilidad para crecer y vivir en Cuenca.
Es urgente la atención a la Ciudad. No hay vías de conexión, no hay atención a desmontar una cárcel que ha puesto en jaque a los ciudadanos. La planificación de la ciudad no puede ser pensada en territorio y extensión, en vías y agua potable, en edificaciones e impuestos; tiene que ser vista de una manera integral, con profunda mirada por la sostenibilidad y entorno de paz, entendiéndola como una ciudad segura, antes que, para extraños, para propios, para quienes la forjamos y la forjaron a lo largo de la historia. (O)