Hace 100 millones de años aparecieron los primeros dinosaurios con plumas en la tierra. Posteriormente, 40 millones de años más tarde, las primeras aves. Existen entre 9.500 a 10.000 especies de aves en todo el mundo y de éstas, el Ecuador alberga a más de 1.600 especies entre las que destacan 144 diferentes colibríes, quintis o picaflores. Cinco colibríes son endémicos del país y uno, el denominado Metallura baroni, es huésped permanente de la sierra austral, específicamente del Parque Nacional de El Cajas.
El colibrí es el ave más pequeña del mundo, mide en promedio 5 cm y tienen una cola bifurcada o redondeada; su plumaje muestra colores intensos, mezclando como si fuese arcoíris, y más con un brillo y sedosidad cuya iridiscencia deslumbra al ser humano. Tiene una larga lengua tubular y su pico negro puede ser diminuto (1cm) o largo (10cm) , curvado o recto, dependiendo de la forma de las flores de las que se alimenta. De hecho, para que los colibríes existan, fue necesario que una gran variedad de flores, como la llamada quintisungana,[1] evolucionaran con ellos.
Los picaflores construyen sus nidos en forma de copa; los van amoldando mediante el lengüeteo y el apisonamiento para darles la forma deseada y depositar en ellos, los dos huevos de color blanco que generalmente desovan. Mientras incuban, son agresivos y territoriales e impiden a toda costa el acecho de otras aves, esto es comprensible ya que es justamente durante el período de incubación y el momento de abandonar el nido, en que los pequeños colibríes son especialmente vulnerables.
Los quindis solo viven en América y son aves que fascinan al mundo entero por su colorido plumaje, su vuelo y su hechura. Además, tienen algunas características únicas entre las que podemos mencionar su velocidad de vuelo (80 a 100 km/h) y la velocidad al batir sus alas (20 a 100 veces por segundo). Son capaces de tomar el alimento de las flores en pleno vuelo y como si esto fuera poco, también son los únicos pájaros que, con original audacia, pueden volar hacia atrás y hacer cambios repentinos de dirección a velocidades sorprendentes, en un segundo pueden llegar a 400 veces el tamaño de su cuerpo, que equivale a 27m/s. Su cortejo depende de la velocidad, mientras más rápido más seguro es el apariamiento por emitir mayor cantidad de ruido o vibración en el aire.
Los colibríes son polinizadores por naturaleza. Debido a la gran actividad de estos pequeños acróbatas, su gasto energético es muy alto y se ven forzados a alimentarse prácticamente todo el día, llegando a ingerir dos veces su peso en néctar de las flores que entregan su mishqui (miel) cada 20 a 30 minutos, en mínimas cantidades para así asegurar su polinización. Esta espléndida simbiosis entre los colibríes y las flores, es tan importante que debe ser preservada y declarada patrimonio natural del Ecuador. Es necesario hacer todo lo que esté en nuestras manos y unir esfuerzos para conservar el hábitat de estos maravillosos y únicos pájaros americanos. Tenemos que parar la deforestación y la destrucción de su ecosistema.
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Fotos y texto: Kabir Montesinos
[1] Su nombre proviene del Kichua, quinti=colibrí y sungana=beber).