La crisis es global, esa es la realidad que clama solución. Recordemos que en nuestro país se han dado momentos claves luego de su fundación en 1.830. La primera Constitución definió el sistema republicano de gobierno distribuido en tres funciones: Ejecutiva, Legislativa y Judicial. El presidencialismo y la centralización administrativa en Quito han perdurado desde entonces hasta nuestro tiempo.
Hoy, como en ocasiones anteriores y en los momentos de mayor conflicto, la pretensión federalista es retomada, y hay quienes alientan el separatismo con el enunciado de la República de Guayaquil, pretensión que supera en negatividad al postulado de la autonomía ancestral de la CONAIE. Mientras tanto el crimen organizado y la delincuencia común asolan ciudades y campos.
Debemos estar conscientes que la crisis se agrava desde hace dos décadas por la anomia cívica y las decisiones retorcidas, incluso las electorales, manipuladas por la ambición de los grupos de presión, cuyo interés dominante con la hipertrofia de las cinco funciones de la Constitución vigente, sigue indemne.
Por tanto lo fundamental es cambiar de conducta y de mentalidad.
Abrirnos más, defender lo nuestro y lograr la unidad real de la Patria, para así unidos en plenitud, sentirnos ecuatorianos dueños de nuestra integridad moral y cívica. Una asambleísta dijo con cinismo abrumador: “Si roban, roben bien” y a menudo se dice que lo importante es que se haga obra, y si se roba, que importa… lo importante es que el servicio público llegue a todos.
Con federalismo o centralismo, dada la anomia cívica y el peso de la corrupción, seguiremos en crisis. Hablamos mucho de cambio, cuando la actitud de cada ciudadano es la que tiene que cambiar. Lo imprescindible para todos es la probidad. (O)