De todos modos, la mentira tiene su disfraz, que es capaz de lucir un individuo, posiblemente sea el más peligroso y el mejor logrado, como engañar; pero no puede mirar con ojos impolutos, a su sociedad, lo que trata de salvaguardar su “honorabilidad” con elementos yuxtapuestos, muchas veces torpe, bonachón, inhábil, haciendo honor a su disfraz. con mucho fundamento busca engañar a una sociedad. Hay que recordar la frase de Fausto de Goethe: “¡Yo llevo, hay, dos almas en mí!” … “Sería un mentiroso o tendría necesidad de varias almas para que dijese la verdad”.
“El móvil del primer pecado según el relato hebreo del Genesis fue la mentira”, y señala el sacerdote Jesuita Numan Molina venezolano, “La serpiente que representa el mal en el relato, rompe el estado de felicidad de los seres humanos con una noticia falsa, “Si se atreven a alterar el equilibrio natural de la creación serán poderosos, serán como dioses”. La mentira como móvil para que el ser humano en si no pudiera ser feliz.
La mentira en si oculta galerías, cavernas, escondites, laberintos; la cárcel, en su desorden posee el encanto de los misterios de la justicia y la sin razón, es decir todo lo que es incierto, inacabado, fugitivo, son enigmas y acrobacias, que combinan de una manera asombrosa con la justicia ciegan y sorda.
Desde luego casarse con la verdad tiene un costo, implica cruces, y quien ha hecho de la verdad su norma de vida, debe estar dispuesto a vivir con lo mínimo, estar sujeto a renunciar a las ofertas y rebelarse contra las demandas INMORALES, y sufrir la humillación de que lo llamen tonto.
La mentira lleva a cuestas su imaginativa de un calumniador, y lo digiere tan mal la jerarquía de los valores; y no acabará nunca de digerirlo. Mírenlos. (O)