En Cuenca se puede encontrar nuevos espacios que promueven la cultura cafetera. Se trata de lugares pequeños, acogedores, incluso algo escondidos a los que pareciera que solo los conocedores del tema saben llegar.
Estos lugares son diferentes a las otras cafeterías porque no solo sirven café. Para empezar, buscan que la gente conozca sobre este producto, que distinga un café comercial de uno de especialidad. Que lo pruebe y sienta su esencia.
Y todo eso en medio de una atención que se agradece. Por ejemplo, en las tres cafeterías visitadas por El Mercurio la escena es similar a la siguiente:
El mesero se acerca, lleva un brazo atrás y en el otro un vaso de agua sobre una servilleta. Con delicadeza lo asienta en la mesa y empieza a explicar lo mismo que ya dijo en otra: “le sugiero que beba primero el agua, sirve para limpiar el paladar” y todo se debe a que algunas personas llegan con sabores a comida, cigarro o cualquiera que no le permiten distinguir los sabores del café.
El dueño se aproxima y mientras entrega la taza de café con un dibujo muy llamativo, como un corazón, empieza a explicar de dónde proviene el café, pues el producto que venden es de temporada.
Estos establecimientos no tienen un solo tipo de café todo el año, pues existen diferentes variedades de granos en las regiones de Ecuador, que dependen de la cosecha y el tiempo de maduración para que estén listas, lleguen a las respectivas cafeterías y puedan ser procesadas por los baristas.
Algo más sobre el café
El café comercial se distingue del de especialidad porque requiere mucha preparación y técnica. Sigue estrictos controles de calidad durante la siembra, la cosecha, la post cosecha, además, se regulan niveles de tueste y niveles de molienda. Todo para que el sabor de la bebida, ya preparada por un barista, llegue a ser perfecto.
Cada sabor es el resultado de las reacciones químicas que surgen durante el proceso de tueste. Pero también de la preparación y de una serie de factores que solo los expertos en el tema logran distinguir, incluso depende del estado de ánimo de quien lo prepara.
Hay tres tuestes conocidos en el café. Los claros, que le dan tonos florales y frutales. Los tuestes medios, en cambio, son dulces, pueden sentirse como canela, chocolate, miel, etcétera. Los oscuros son más amargos y se logran con mayor tueste del grano.
También hay una serie de métodos de extracción de la bebida. Los más populares y que se encuentran en estas cafeterías son: V60, prensa francesa, aeropress, máquina de expreso, entre otras.
El café de especialidad no solo se bebe. Se cata, se degusta, se siente. Este proceso empieza con el aroma, que se inhala con la nariz, se impregna en el olfato y luego llega el momento de probarlo.
Lo que hace diferente a cada cafetería, además de la calidad de sus productos y las técnicas, es la experiencia que brindan a los clientes. Entre decoraciones sobrias y cálidas, ubicaciones con calles más transitadas que otras y música suave que varía entre clásica, rock, indie y otras, pero que a veces se mezcla con los sonidos de las calles, alarmas de autos y motores de carros, estos lugares han empezado a crear nichos entre los cuencanos amantes del café.
A continuación, contamos tres lugares en los que se puede vivir la cultura cafetera en Cuenca.
Slow Brew
Diego Arévalo es el creador de la marca y cafetería Slow Brew, que para los extranjeros es bien conocida, por su cafetería escondida en la calle Aurelio Aguilar V. y Federico Proaño.
Esta cafetería pinta colores verdosos, que junto a la frase del libro “Historias con aroma a café” decoran el espacio y hace un complemento que armoniza el lugar.
Al sentarse cerca de la cocina se puede observar una gama de instrumentos que sirven para medir, calentar y moler el café. Observar la elaboración de café es todo un arte que hay que saber apreciar.
Para Diego es importante tener un buen ambiente. Desde la música, la adecuación del lugar y las decoraciones que hacen juego con la experiencia de beber café.
“El café de especialidad no necesita azúcar, un conocedor de café siempre prueba el café puro para saber qué notas tiene”. Porque el café tiene que mostrar la esencia de su sabor. Esta cafetería ha sido visitada por conocedores de café y la experiencia que deja es de alta especialidad.
Coffee Cor
La cafetería Coffee Cor está ubicada en la calle Cornelio Merchán 1-150. Su propietaria y creativa es Andrea Coronel, una cafetera que realizó sus estudios en Quito y plasmó sus conocimientos en Cuenca.
Su gusto por el mundo del café nació desde pequeña: “Me acuerdo que en primer grado me daban chocolate para irme a la escuela y yo no quería chocolate, quería café negro, siempre amé el café, me gustó mucho”.
Los visitantes muchas veces se sienten atraídos por probar algo nuevo. El aroma y el sabor pueden cambiar el día de una persona. “Yo he tenido clientes que no les ha gustado el café, y cuando lo prueban…”.
Las cafeterías tienen la característica de poder conectarnos de una manera distinta con el café. El ambiente y el espacio que Coffee Cor brinda es acogedor, sus colores atrapan y conectan con un ambiente de relajación.
Coronel es entusiasta de compartir sus conocimientos para que más personas conozcan sobre la cultura del café. Por eso dicta talleres en la misma cafetería.
Sinfonía
Diego Mejía es un apasionado del café. Es uno de los pioneros de las cafeterías de especialidad en Cuenca con Sinfonía, ubicada en la calle Federico Malo.
En esta cafetería la cordialidad es parte de la buena experiencia. “Hoy en día el café de especialidad está relacionado con la manera de ofrecer el servicio, de como uno ofrece una bebida de café”, cuenta.
El lugar es caluroso, sencillo y cómodo. De entrada, hay dos cosas que reciben al cliente: el aroma de las preparaciones y una máquina moledora de gran tamaño. Aquí se puede encontrar varios tipos de café de temporada.