La descomplicación es un vocablo en desuso que se refiere a la acción y resultado de vencer ante una adversidad, problema o dificultad, y que bien haríamos en recuperar y ponerlo en práctica día a día para combatir contra la complejidad artificial en la que nos hemos sumergido tratando de encontrar solución a algunos de los problemas que se presentan en nuestra vida. Y es que para los problemas más comunes encontramos una cantidad tan grande y abrumadora de información, que resulta muy complejo encontrar la solución buscada, o decidir qué es válido dentro de toda la información existente.
Además, es común que pensemos que si es que tanta gente padece del mismo problema, no puede ser que su solución sea simple, por lo que bajar de peso, dormir mejor, ser más productivos o aumentar masa muscular se convierten en temas complicados a los que cargamos de nuestros sesgos y experiencias personales, las que pueden tener una alta dosis de frustración y agotamiento de la fuerza de voluntad, lo que aumenta su complejidad y niega la posibilidad de una solución simple y descomplicada.
Sin embargo, no todas las posiciones sobre este tema son pesimistas, Nat Eliason plantea que una vez que reconocemos este mundo de complejidad artificial en el que vivimos, podemos dimensionar nuevamente a los problemas como lo que son, y encontrar una solución simple para ellos a través de la descomplicación.
En papel eso suena simple y descomplicado, pero tal vez es parte de nuestra naturaleza contraria el oponernos a simplificar nuestra vida, después de todo, ¿de qué nos vamos a quejar si se solucionan nuestros problemas? En todo caso, los optimistas podemos hacer el intento, así, por ejemplo, leí por allí a quien dice que dejar de fumar es fácil, hay quienes lo han hecho más de cien veces. (O)