Las ciudades, sobre todo las consideradas como polos de desarrollo económico, se ven abocadas a un crecimiento urbanístico rápido e irreversible.
Si no hay control y planificación sobreviene el desorden, la falta de servicios básicos, cuando no las construcciones en sitios inadecuados, por ejemplo, en faldas de los cerros, a orillas de quebradas y ríos; o la saturación de ciertas actividades en determinadas zonas.
Al Concejo Cantonal de Cuenca le tomó algunos meses aprobar la Ordenanza del Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial; y el Plan de Uso y Gestión del Suelo. Al tratarse de asuntos de sumo interés fue inevitable la polémica.
Elaborar la Ordenanza, tal como lo prevé el Cootad, requirió de la más amplia participación ciudadana, de los gremios de la construcción, de las universidades y de otros organismos ligados al desarrollo territorial, entendido este, no solo como el espacio, sino el lugar habitable y donde desarrollar actividades de cualquier índole, entre ellas las económicas.
Aprobada en segundo y definitivo debate, tendrá vigencia por 12 años. Podrá reformarse. Pero, según el alcalde Pedro Palacios, queda definida una línea muy clara de hacia dónde y cómo crecerá Cuenca durante los próximos 50 años.
Vista la ciudad desde lo más alto es notorio su crecimiento, y no precisamente de forma ordenada ni planificada, salvo excepciones. Hay más lotizaciones, ciudadelas y urbanizaciones.
Y esto trae aparejada la dificultad para dotar de servicios básicos, a más de la proliferación de calles y vías de acceso de lastre.
La conurbación urbana es otro elemento muy singular. Su crecimiento rebasó toda expectativa. Igual la falta de suelo industrial, y el requerido para la ampliación o dotación de otros equipamientos.
La Ordenanza permitirá a todos los actores, con la Municipalidad a la cabeza, actuar, acatar y controlar. Y, si es del caso, posteriores reformas deberán plantearse sobre bases técnicas, no políticas, menos para satisfacer otros intereses, como ha ocurrido.