¿Cuántas manzanas podridas hay en el canasto policial? Más de una, sin duda. Con hedor y podredumbre. Haciendo alarde de cinismo y prepotencia. Tal como lo demuestra la historia vergonzante salpicada de torturas y cuerpos con huella a mortecina. O los nexos oscuros con el narcolavado. Nada de hechos aislados. Sino, la constatación de una estructura mental y pragmática anquilosada en estereotipos caducos de signo represivo y corrupto, con la connivencia de los gobiernos de turno.
“Brutal como el rasgar de un fósforo”, titula uno de los libros de Gustavo Garzón, escritor desaparecido en 1990. Nunca más se supo de él desde aquel año. Asimismo, tal como señala esta figura retórica, ha sido el episodio lacerante de María Belén Bernal: brutal. Hecho criminal que estremece y provoca reflexión respecto de la inmundicia humana. Y para ser más honesto en el enfoque: del hombre -en la perspectiva de género- asumido por patrones patriarcales que dan cuenta de anacrónicos modelos arraigados en ambientes tan influyentes como la casa, la escuela o la oficina. Hay prácticas que se elevan muchas veces a costumbres, aunque las mismas sean cuestionables y distantes a una convivencia armónica. Esto se da con la venia de una sociedad a ratos cobijada de conformismo e indolencia. Cada vez se impone un sentido individualista antes que una generosa mano colectiva (aunque por supuesto hay su contraparte, cuya gente solidaria muestra indignación, repudio y protesta ante la ignominia e infamia).
El machismo está lejos de ser erradicado de nuestros entornos. Menos cuando el Estado rehúye su rol propiciador de políticas públicas que respondan a soluciones factibles ante una problemática social que denota violencia directamente vinculada en contra de la mujer. No cabe vacilar -frente a una creciente estadística- sobre las consecuencias del feminicidio, sino, amerita concienciar y generar una dinámica motriz en la comunidad que devele que este fenómeno tiene connotaciones más allá de lo doméstico.
Urge expeler las manzanas putrefactas. Y depurar el cesto. Aunque quede la impresión de que ciertos zapatitos promocionados en etapa electoral a través de Tik Tok, tienen ya color y mancha de sangre. (O)